Hablar de Andrés Calamaro es hablar de una leyenda del rock en castellano y el pasado jueves en el Cartuja Center Cite se confirmó de nuevo, ya a la previa del concierto se vivía un ambiente de hooligans, ya había canticos estilo futbolero (se vieron muchas camisas de fútbol de la selección argentina), se palpaba en el ambiente que había ganas de rock, la pasión estaba rondando por todo el recinto.
De Andrés poco se puede decir y destacar a estas alturas, tras una dilatada carrera, el cantante argentino tiene merecido con creces el prestigio que atesora y volvió a demostrarlo nuevamente ante un Cartuja Center Cite repleto hasta la bandera.
Apareció en escena apostando todo al negro, regalando un repertorio donde no faltó de nada, salió a jugar con todo, es cierto que quien siga la carrera de Andrés sabrá que en un concierto no te da para escuchar tanto y es que su repertorio es tan extenso y profundo que alguna de esas canciones que esperabas escuchar no llegan, es lo que tiene ser tan prolífico y eso que fueron casi dos horas de concierto las que el cantante bonaerense nos hizo vibrar a los mandos de sus teclados, a ratos con su Fender Telecaster o bien tocando pequeñas percusiones en un concierto donde acabamos muchísimo más tiempo de pie que sentados y tiene sentido porque esa energía había que soltarla bailando, aplaudiendo y cantando.
Si repasamos el repertorio que Calamaro tenía preparado para la ocasión avanzo desde ya que fueron temazos, tras temazos (lo sé, seguramente no esté siendo muy imparcial, pero es lo que tiene ver por primera vez a una leyenda la cual llevabas muchos años queriendo ver y por circunstancias no había podido).
Comenzaron el concierto con Output-Input y seguidamente con Cuando no estás, saludó a Sevilla y La libertad fue la tercera de las piezas, Verdades afiladas canción de esta última etapa para después tocar Me arde, para volver a su Alta Suciedad (Que disco), ya al finalizar esta canción ya tenía entregado a todo el auditorio, otra vez con gritos de “Andrés, Andrés, Andrés” a lo cual siempre respondía con las palmas de la mano hacia el público como diciendo basta.
De su disco Bohemio rescató Rehenes, sonaron las primeras guitarras de La parte de adelante y se me empezó a erizar la piel, vaya canción, canción que engarzó con Loco, se puso bailonga y funkera la cosa, evidentemente allí canto de la primera a última persona del recinto.
Bajó un poco las revoluciones con Tantas veces, Andrés canta siempre de manera elástica y con giros, que hacen que la gente cante lo que han escuchado miles de veces y él juega a cantarla de otros modos, eso será un patrón que se repita a lo largo del concierto.
Tras los aplausos de la canción Andrés quiere compartirlo con la banda y es que Andrés estuvo acompañado por Julian Kanevski a la guitarra, Martín Brunh con la batería, el bajo de Mariano Domínguez y las teclas de German Wiemeder, excelentes profesionales con mucho oficio, pero tuvimos también una sorpresa como artista invitado, y esa sorpresa fue Niño Josele, guitarrista flamenco que dejó pinceladas de su toque y su arte en tres temas, como fueron Estadio Azteca, Los aviones y Para no olvidar, vaya tres piezas, donde las llenó de ricos matices y las elevó sonoramente, el guitarrista almeriense ya colaboró con Andrés en el estudio en los discos “Tinta roja” y “El cantante”, por lo que se conocen a la perfección y tras interpretar dichas canciones evidentemente tuvo gritos de “Josele, Josele” al marcharse con sonora ovación.
All u need is pop fue la encargada de seguir el eslabón de la cadena y el siguiente eslabón era un hit de los grandes, El salmón fue el preludio de que se venía ya desenfreno total y de que no nos volveríamos a sentar en nuestros asientos, si es que vino después Alta suciedad, que bárbaro ese riff, sonaban las teclas aún más predominantes si cabe, con Maradona fue aquello una fiesta futbolera, salieron varias banderas de la argentina entre el público, nos vamos a ritmos más cumbieros con Tuyo siempre, creo que fue la que más baile, Mi enfermedad, le dio continuidad y con Tratando volvemos a Los Rodríguez, hizo a continuación un medley con Te quiero igual, Dulce condena, y ya que estamos con el mood Rodríguez, pues claro, Sin documentos y claro después de eso que puedes pedir, estaba claro, estamos en la recta final, pues sí, lo habías intuido bien, Flaca, parecía mas que una sala de conciertos un estadio de fútbol coreando, impresionante, Paloma fue la encargada de dar continuidad y de “cerrar” el concierto, hubo un momento que se quedó sin instrumentación, sólo él y el público cantando a coro, increíble catarsis con el público, me emocionó y mucho, momento súper especial a la par que íntimo, si es que se puede usar esa palabra para tanta gente en un recinto de tales dimensiones.
Evidentemente volvieron y Andrés hizo un ejercicio de sevillanía recordando y engloriando el arte de la ciudad, agradeciendo el trato recibido, hizo referencias al rock andaluz de Silvio y Smash, recordó a personas como Jesús Quintero y sus silencios, Morante, Joaquín Sánchez, el barrio de Triana, volvieron con Crímenes perfectos y definitivamente abandonaron con Los chicos, por todo lo alto, en lo que fue una noche memorable y caímos prendidos a Don Andrés y a su buen saber hacer himnos generacionales.