En este imaginario urbano coexisten, amparados por la voz profunda y ronca de Nana: diversidad de instantes, contradictorios entre sí.  El viaje comienza  con la salvaje hilaridad de Rincón. Continúa con la cruda y feliz No hay, donde se refleja como las adversidades pueden devastarnos, pero aún podemos elegir sonreír.  Y La aguerrida Voy por ti, donde Nana con una actitud defensiva se entrega al rock.

Esta dosis de energía, baja sus niveles sin perder la intensidad, cuando nos encontramos frente a temas como la  sosegada y susurrante Canción de cuna, la reflexiva Posición fetal, donde el acordeón de Abiram Brizuela, tiene un protagonismo esencial. O la espiritual Shanti, con la hermosa presencia  del duduk armenio y flautas guajiras, que aportan el toque místico y étnico, que nos sumerge en un estado contemplativo  de necesidad y búsqueda de la anhelada paz interior.

Así es Nana: guerrera y espiritual, de luz y sombra. Y de eso se trata Exposé de conjugar esta ambigüedad, de jugar con el caos mientras buscamos nuestro propio sosiego.