La ausencia de la banda al completo se suplió con un preciso teclado y una rotunda batería porteña que acompañaron con destreza los acordes de una guitarra que comenzaba a vibrar con la generosa ‘Como el viento’, una magnífica carta de presentación que dio paso a algunos de los temas de su último disco, ‘La increíble historia de un hombre bueno’; entre ellos, ‘All the way to the ground’, ‘Hombre bueno’ y ‘Una vez más’. A partir de entonces, un recorrido por sus dos anteriores trabajos, ‘Nubes de papel’ y su homónimo ‘Depedro’.

Las melodías de ‘Te sigo soñando’ y ‘Tu mediodía’ se conjugaron con los cantos de ‘Equivocado’ y ‘La memoria’. Y su lengua materna se entendió perfectamente con canciones en inglés para sumar al repertorio, con la especial intervención de Lucas Álvarez de Toledo (Pez Mago), ‘You and I’ y ‘Don’t leave me now’, rematada esta última con delicadas notas de piano. Lo que durante el concierto se fue asomando poco a poco, y que responde a su mayor influencia musical procedente del cancionero latinoamericano, irrumpió con fuerza en una despedida al ritmo de la cumbia ‘El pescador’, no sin antes evocar a la ‘La llorona’, canto popular mexicano adaptado por grandes intérpretes y que en voz de Jairo Zavala se sigue manteniendo como todo un himno al amor y el dolor.

Pero ahí no finalizó la parada en Malandar. A solas con el público, los bises se convirtieron en un íntimo intercambio de coros entre los que el artista interpretó ‘Chilla que tiemble’, el emotivo vals ‘Miguelito’ y la siempre deliciosa ‘Diciembre’. El broche final, como no podía ser de otra manera, lo puso con un nuevo homenaje a esa América Latina que lleva tan dentro, siendo su ‘Comanche’ el encargado de recuperar el entusiasmo al que se entregó la noche…, ¿quién dijo que no había trompetas en la sala?

Depedro, desde la humildad con la que su creador le confirió personalidad, consigue transmitir toda esa riqueza instrumental que compone la base y la evolución de su música. Y no necesita de grandes escenarios, aunque sea merecedor de ellos, para defender con su guitarra los sentimientos que emanan de la naturalidad de sus canciones. Un estilo propio que juega con la honestidad para conectar por sí mismo con un público que, al igual que Jairo Zavala, no entiende de fronteras.