Con una puntualidad sorprendente aparecían en escena Fito y sus Fitipaldis. Comenzaron con “Por la boca vive el pez”, al publico solo le hizo falta los primeros acordes y punteos de este tema para dejar de lado las sillas y acercarse al escenario a bailar y cantar. Le siguió “Sobra la luz” y “Me equivocaría otra vez”.
El concierto tenía una acústica impresionante y ellos tienen un directo impecable.
Algo que me llamó la atención es la cantidad de instrumentos que se intercambian en escena. guitarras, contrabajo, mandolina, batería, saxo, bajo, clarinete, acordeón, …y hasta unas “cucharitas” mote con el cual llaman al batería. Lo que está claro es que son unos virtuosos.
Hicieron varios bises donde predominaban canciones de su repertorio más bien alegres y animadas. “El Funeral”,”Quiero beber hasta perder el control”, “A la luna se le ve el ombligo”,” Cerca de las vías” o “La casa por el tejado”. A mí personalmente me faltó “Deltoya”, “Yo no soy Bo Diddley” o “Rojitas las orejas”.
La gente estaba entregadísima pero sin duda el punto álgido fue cuando tocaron “Antes de que cuente diez”, los de las primeras filas saltaban que parecía que en cualquier momento se iban a subir al escenario con ellos y los de atrás se subían a las sillas para ver mejor y ¿Por qué no? para echarse unos bailecitos, eso sí, con precaución.
Se despidieron una vez más pero el público no paraba de silbar y de reclamar uno de sus himnos: “Soldadito Marinero”. Fito y los cinco Fitipaldis cantaron e invitaron al público a corear pero no al unísono ya que debido al nuevo formato Fito había cambiado el tempo de la canción. Íbamos un poco descoordinados pero con un par de taconazos del líder de la banda consiguió que pilláramos el nuevo ritmo. Estuvimos varios minutos con el “después de un invierno malo y una mala primavera…”. Muy emocionante.
“Si yo acabo de llegar” era la encargada de cerrar el concierto