
Ciertamente siento un poco de vergüenza al escribir la crónica de este concierto, infundada por el temor a ofender a los seguidores de este grupo, y es que la realidad es que yo nunca he sido un amate de la música que practican ACDC, el simple ánimo de presenciar un gran espectáculo de una de las bandas más reputadas de la historia del Rock me llevó a Barcelona, no iba movido por la ilusión de ver a unos músicos por los que sienta devoción, simplemente sabía que lo pasaría bien, una apuesta segura, y tanto que lo fue.
La mera ascensión a Montjuic ya fue espectacular, miles de seguidores del grupo, ataviados con los más pintorescos adornos con motivos de la banda le daban un colorido fantástico. Y es que las entradas para el estadio olímpico estaban agotadas hace tiempo, así pues la marea humana que se dirigía al estadio era numerosísima.

Entrar al recinto tres horas antes y encontrártelo medio lleno impone mucho, así que uno se lo piensa dos veces antes de tirarse a la pista a coger posiciones y estar de pie durante unas 5 horas, es por ello que me quedé en las gradas.
Esta es otra forma de ver un concierto, cómodamente, pero por supuesto dejándote llevar en los momentos álgidos bailando y saltando como el que más. Rodeado de gente de todas las edades, ver a una familia en la que el padre lleva una gorra del grupo, la madre una camiseta, y los dos críos llevan banderas y cuernecillos luminosos emblema del grupo dan más colorido aun si cabe a una grada repleta de gentes de diversas partes de España e incluso de Europa, gente que viaja y se moviliza por un único y noble motivo, disfrutar de la música en directo.

Sobre el concierto, disfruté cada minuto de las dos horas que duró, un espectáculo visual dinámico que sorprendía en cada canción, las míticas carreras de Angus Young, fuegos artificiales, solos de guitarras inundados en un mar de confeti, una locomotora inmensa asoma tras el escenario, explosiones al compás de la batería acrecentando el ritmo de esta. ¿Tópicos?, si, son tópicos, pero cuando tienes toda la carne del cuerpo de gallina, sonríes mientras cantas y saltas con los brazos levantados, bendices los tópicos del Rock.
Un conciertazo de un gran grupo, que a pesar de los años está en plena forma, siguen llenando estadios igual que lo hacían 20 años atrás. Gracias a Alberto por aventurarse conmigo en este nuevo viaje musical.