En una noche en la que el calor nos dio un pequeño respiro, empezaban Hidalgo a tocar cuando accedíamos al recinto. Puede que fuesen los saludos de rigor, el ocuparse de las fichas o el mal sonido pero no consiguieron conectar con el mucho público que esperaba la actuación de The New Raemon. Quizás por eso, acompañado por el siempre brillante Javi Vega, apareció con su guitarra Ramón y quiso reclamar la atención del público desde el principio con La cafetera y Sucedáneos, dos de sus canciones más apreciadas por sus fans.
Fueron los temas de aquel su primer disco “A propósito de Garfunkel” junto a las del nuevo trabajo “Oh rompehielos” las que compusieron el grueso del repertorio con el que The New Raemon volvía a Sevilla, tras la actuación en este mismo recinto en el año 2013 junto a Maga.
Como el propio Ramón comentó, es difícil mantener un “show” acústico en un recinto como el del Nocturama, al aire libre y que da pie a la “dispersión”. Es por eso que intentó comunicarse con el público para no caer en la monotonía de un concierto de voz+acústica, dando rienda suelta a ese sentido del humor tan peculiar que mezcla con naturalidad, al igual que en sus canciones, tragedia y absurdo, destacando la reivindicación de “Tinieblas por fin” al interpretar La ofensa. Tuvo tiempo para recordar a Chris Isaak debido al “parecido razonable” entre Wicked game y Elen-na y acordarse de su amigo Jero Romero al interpretar la magnífica El refugio de Superman (“la canta mejor que yo”). Por sorpresa, regaló a los asistentes su versión de Nueva Vulcano Te debo un baile cuando nadie lo esperaba.
Destacaron también Por tradición y una trágica El Yeti, sin duda una de las mejores canciones de “Oh, rompehielos”, además de la, lógicamente, coreada Tú, Garfunkel, una canción que acompañará siempre a The New Raemon, una canción que, como dijo alguna vez: “de lo jodido que fue hacerla no soy capaz de apreciar lo buena canción que es”.
A petición de los presentes, volvió al escenario para cerrar con La dimensión desconocida de la que dudaba acordarse pero que supuso un magnífico cierre a la noche. Bueno, miento, debería ser el cierre, pero Amparos DJ’s, una vez más, nos liaron a bailar hasta las tantas, demostrando que son únicos en eso de animar una buena fiesta (aunque al día siguiente en el trabajo siempre paguemos las consecuencias) y más si cuando enfilas la puerta de salida suena la tremenda The street are ours de, hago reverencias, Richard Hawley. Olé.
Fotos: Lidia de Dios