El pasado sábado, 15 de diciembre, los barceloneses Sidonie concluían la que ha sido la gira de presentación de su último LP, El fluido García. Una gira que “nos ha dado mucho, también algún susto…”, bromeaba el grupo en el escenario. ¿El lugar escogido? La madrileña sala La Riviera, a orillas del río Manzanares. El mismo lugar que ya eligieron para terminar la gira de El Incendio, en 2010.
Alrededor de las 21:15, se apagaban las luces de la sala y los músicos salían un escenario decorado con alfombras, con ramas de hiedra subiendo por los pies de micro y un maniquí solitario en la parte de atrás, cerca de la batería. Alma de goma, Persona y La sombra fueron las primeras canciones del setlist. Después, a los fotógrafos nos tocaba salir del foso y buscar un lugar donde seguir disfrutando del resto del show.
En mi caso, encontré un huequecito en uno de los balcones laterales de la sala. Si bien no es el sitio que yo suelo elegir, por regla general; ver el concierto desde cierta distancia te ofrece una perspectiva distinta del espectáculo y te hace ver de otra manera todos los detalles. Detalles que demostraban la complicidad existente entre los miembros de la banda (gestos, guiños, sonrisas…), su forma de vivir la música en los directos. Sidonie son un grupo que tiene tablas, que sabe comerse el escenario… y eso se nota.
Además de El fluido García, el grupo hizo un repaso por toda su discografía; desde aquel primer disco homónimo en inglés de 1999.
Sidonie Goes to Moog puso fin a la primera parte del concierto, con un público entregadísimo pidiendo “¡otra, otra!.” No fue necesario insistir mucho para que los músicos volvieran al escenario para, tras las debidas presentaciones en tono de humor, interpretar Nuestro baile del viernes y El incendio, sin duda uno de los puntos más álgidos de la noche.
Como broche de oro a lo que, sin duda, fue una gran noche; los barceloneses decidieron terminar el concierto literalmente entre el público, en mitad de la sala, en un mini set acústico con todo el público sentado alrededor, tocando una versión de los Everly Brothers: All I Have to Do Is Dream… Sin duda, un cierre perfecto, que dejó a todos los asistentes con un buen sabor de boca y con muchas ganas de más.