
Los acordes de una guitarra acústica, el ritmo de la batería, irrumpen en la sala con el inicio de Fear Of A Blank Planet. La figura de Steven Wilson aparece en escena, un personaje delgado, menudo, con el aire a universitario informático que le dan esas gafas. Pero tras esa apariencia vulgar se esconde el alma de Porcupine Tree, un grupo encajado en ese cada vez más amplio genero denominado Rock progresivo, aunque quizás, esta banda es una de esas capaces de crear un estilo propio, que las demás se parezcan a ellos pero ellos a nadie.
My Ashes sonaba atmosférica y envolvente, un tanto tétrica, pero preciosa. Anesthetize comenzó a dejarnos claro que íbamos a presenciar el álbum Fear Of A Blank Planet al completo, y así fue, y yo que me alegré, porque realmente merece ser escuchado entero. Esta canción de 17 minutos confirmó las sospechas, estaba presenciando un evento que difícilmente olvidaré, deseo y ansío volver a ver a Porcupine Tree.
Con Sentimental me di cuenta de que me estaba perdiendo el concierto, ese batería debería tocar tras una lona que lo ocultase, así no acapararía toda la atención de los espectadores, ¡será abusón!, ¿cómo se puede tocar de esa manera tan hipnotizante? No podía apartar la mirada, esa forma de jugar con los platos, toda una declaración de buen gusto a la batería.

Tras un descanso volvieron al escenario, tengo que reconocer que me perdí un poco en la segunda parte, puesto que conozco a esta banda desde hace relativamente poco y no tengo estudiada toda su discografía, tan solo sus tres últimos discos. Pero no fue un impedimento para que disfrutara incluso con canciones que no conocía, además, estas canciones estaban intercaladas con temazos como Open Car de su magnífico Dead Wing, con la que salté y canté al unísono con un público absolutamente eufórico.
El final del concierto enlazó canciones del álbum In Absentia, la instrumental Wedding Nails animó a moverse a toda la sala, Blackest Eyes hizo explotar el recinto en júbilo, es como si todos los presentes nos diéramos cuenta de que el espectáculo se acababa, y nos obligara a intentar disfrutar al máximo del memorable concierto que estábamos viendo.

Trains nos despidió de forma inmejorable, el público cantó, pero todas esas voces parecían dar gracias al unísono a Porcupine Tree por regalarnos una noche de música en su más pura y hermosa expresión.
Como siempre, una compañía insuperable con la que me sentaré a recordar este concierto por muchos años: Juan, Migue, Carlos (chicoh), Carlos (don), Agustín y Jose.