Vuestra ‘Revoltosa’ lleva ya un tiempo girando…, y parece no parar.
Aún le queda guerra, pero por el momento ha superado todas nuestras expectativas. La verdad es que en un principio sentí bastante presión a la hora de preparar este disco, sobre todo por el éxito que tuvo el anterior, pero creo que tomé la mejor decisión que pude haber tomado: pasar de todo y hacer lo que me apetecía. No negaré que en algunos momentos dudé, pero ahora que ya he vivido la buena respuesta del público sé que elegimos el buen camino. No hubiera tenido sentido hacer un "Chipirón 2".
Es un disco con una filosofía que invita a la reflexión, al levantamiento. ¿Tan inmóvil está la sociedad?
Creo que sí, lo estamos en general. Es algo comprensible, pues después de tanta desolación tengo la impresión de que nuestro cerebro se encuentra en estado de shock, ya no puede asimilar más barbarie y se escuda en la evasión. Creíamos que la información traería consigo la revuelta y vimos que no. De nada sirve si no reaccionamos ante ella. Nuestro mayor enemigo no son las élites; nuestro mayor enemigo es el miedo a creer que podemos combatirlas.
¿A caballo entre el reggae y los ritmos latinos el mensaje se transmite mejor?
Bueno, en este disco hemos querido darle mucha importancia a la letra, al mensaje, al contenido. Nuestra música se puede bailar pero no somos un grupo de baile. Y para que el mensaje emergiera creímos que el mejor envoltorio era uno un poco más acústico, un poco más cálido. Pero los asiduos a nuestros directos pueden estar tranquilos, nos reservamos la caña para los tablaos.
Ha sido producido por Amparo Sánchez, quien interviene también en algunos temas. ¿Qué tal el trabajo con ella a ambos lados?
Genial en ambos. Es una pieza muy importante de este disco. Creo que ha sabido sacar lo mejor de nosotros, se ha implicado muchísimo. Ha sido un gustazo poder trabajar con ella, ese flow es inconfundible.
Junto a ella, os habéis rodeado de otros artistas. ¿La unión hace la fuerza, musical y socialmente?
Por supuesto. Pero en este caso no ha habido nada premeditado, simplemente nos apetecía compartir canciones con músicos que nos hemos cruzado en el camino y con los que hemos hecho amistad. Entre amigos siempre mucho mejor.
La Cultura, y en este caso la música en concreto, siempre ha sido una de las mejores armas de reivindicación.
Lo es, pero a mí no me gusta concebirla así. No es mi intención hacer un mitin político ni dogmatizar. Prefiero plantear dudas y provocar que la gente le dé vueltas al tarro, que cada uno saque sus propias conclusiones. Es cierto que como músico uno tiene un privilegio y una responsabilidad a la vez: disponer de un micrófono y que haya miles de personas dispuestas a escuchar lo que vas a decir. Por lo tanto más te vale aprovecharlo para decir algo que merezca la pena. Pero yo no me autoimpongo en ningún caso sobre qué voy a hablar en una canción, prefiero que las ideas fluyan, que el huracán creativo te lleve a donde te tenga que llevar. Canciones sinceras, sin más.
A nivel de industria, esa libertad de expresión en las letras, ¿atrae o asusta?
Habrá de todo, supongo, pero por suerte o por desgracia cada vez más grupos se autoeditan los discos. Es nuestro caso hasta la fecha, por lo que somos dueños de nuestras canciones y nadie nos dice -ni siquiera insinúa- qué tenemos que decir o qué no. Claro que hay lugares donde nunca podrás llegar si te mojas en temas sociales, pero eso ya va más allá de las discográficas e incluye al poder político y mediático.
La coyuntura económica, las revueltas ciudadanas…, la realidad da para muchas estrofas.
Para todas las que quieras…, el bombardeo no cesa.
Con esta realidad, ¿es difícil cantar a la paz, el amor o la solidaridad?
Creo que es mi forma de ver el mundo. Tengo esperanza infinita en que podamos darle la vuelta a todo, cambiar el curso de las cosas. Y la historia nos lo demuestra. Sin ir más lejos, un ejemplo: la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Si no creyera que se pueden cambiar las cosas, no estaría escribiendo canciones ni presentando este disco porque a estas alturas supongo que ya me habría pegado un tiro.
Y, al final, es verdad eso de que ‘la esperanza es lo último que se pierde’. O, como dice vuestro primer álbum, ‘Todos los días sale el sol’.
Sí. Pero esperanza no es sinónimo de esperar sentado. Esperanza es coger fuerzas para la lucha.
¿Qué cambios serían necesarios en el mundo para que las letras de Bongo Botrako diesen un giro?
No creo que se pueda dar un giro de 180 grados porque son el reflejo de lo que vivo y por esa misma razón su camino es algo impredecible.
Letras aparte, imagino que lo que no cambiaría ni un mundo mejor sería el sonido que caracterizan a la banda.
Estamos en continuo aprendizaje y en los últimos años el sonido de la banda ha ido cambiando. En mi opinión, creo que a mejor, o por lo menos más compacto. Es fundamental llevarse bien y entenderse con los compañeros de banda. Y, por suerte, cada vez nos entendemos mejor. Ahora mismo estamos muy cómodos con el sonido de la banda, lo sentimos muy personal. Pero tampoco nos dan miedo los cambios, a veces hay que sorprender.
Precisamente esos sonidos invitan al optimismo y al levantamiento. Y, es entonces, cuando también podemos hablar de vuestra música como un revulsivo para disfrutar y pasarlo bien.
Sin duda. Ponemos toda la carne en el asador en cada concierto para convertirlo en una fiesta. La esperanza no se pierde y la alegría tampoco.
Habéis hecho de esta miscelánea de ritmos la identidad de la banda. ¿De dónde os viene?
De lo más variopinto. No te sabría decir influencias directas, pero sí que te puedo decir que escucho de Extremoduro a Bob Marley, de Ramones a Mártires del Compás, pasando por Pink Floyd y Mano Negra.
Un estilo, en cualquier caso, con el que estáis saboreando el éxito. ¿Satisfechos con el resultado hasta el momento?
Cómo no estarlo. Satisfechos y agradecidos, ya que si estamos aquí es por toda la gente que nos sigue y apoya. Suena a tópico, pero es la realidad. Cuando no tienes a grandes multinacionales detrás, es el boca a boca el que te hace crecer.
Un éxito nacional, pero también internacional. ¿Hasta dónde llega vuestra música?
Hemos tocado por media Europa: Francia, Italia, Suiza, Austria, Holanda, Bélgica…, y este año también visitaremos Inglaterra, Alemania y la República Checa. La acogida es brutal, estamos alucinando. No sólo bailan las canciones -que también- sino que el mensaje llega y cala, e incluso nos hemos encontrado mucha gente cantando las letras de las canciones. Cuanto más viajas más te das cuenta de que las fronteras están sólo en nuestra cabeza.
Tanto dentro como fuera de nuestro país, el directo es la mejor vía de expresión.
Es la forma más cercana y la verdad es que es muy adictivo. Aún hay muchos lugares donde tenemos constancia de que hay gente que nos sigue y no hemos podido tocar, como por ejemplo Latinoamérica, pero seguimos trabajando para que algún día sea posible cruzar.
En vuestro caso, el directo que os ha hecho merecedores del Premio ARC a la Mejor Gira de Salas 2013. ¿Qué ha supuesto este reconocimiento?
Es el primer reconocimiento "oficial" que recibimos y acabamos de ganar también uno de la revista Enderrock. Lógicamente hace ilusión, pero el mejor reconocimiento que tenemos es el de nuestro público en cada concierto.
Cuando empezabais, ¿soñabais con un camino similar?
Imposible. Mis sueños más aventurados se batieron hace tiempo. Por desgracia, es extremadamente difícil tener éxito con la música y llegar a vivir de ella en este país, así que no podemos sentirnos más que privilegiados de estar donde estamos.
Si algo tiene la ‘música de la calle’ es, además de su cercanía y autenticidad, su sinceridad. Eso no lo habéis perdido.
Tratamos de no perderlo. Un amigo mío decía "el público a veces no sabe, pero el público no es tonto". La gente se da cuenta si lo que dices lo dices de verdad, si lo que vives en un escenario es sincero. No se puede engañar a la gente.
¿Qué queda de aquel grupo que se unió en una plaza de Tarragona?
Una buena amistad y las mismas ganas de compartir nuestra música con todo aquél que la quiera escuchar. El envoltorio puede haber cambiado mucho, pero el espíritu sigue intacto.
¿Y cómo se ve el futuro?
Me he propuesto no ponerme fechas para lo próximo. No quiero prisas, quiero hacer las cosas bien y sacar algo sólo cuando esté convencido de que es lo mejor que podemos sacar. Eso no significa que se vaya a retrasar más de la cuenta, igual resulta que llega antes de lo esperado, o igual aún hay que esperar, quién sabe.