Una duda a veces de las bandas que conoce por casualidades. Duda de que a todo el mundo le parezca igual de eclipsante un directo que a ella la ha hipnotizado desde el minuto uno. Pero resulta que a veces los astros se alinean y unos cientos de personas se reúnen para escuchar a León Benavente en el Teatro Central de Sevilla, y es ese preciso momento en el que sientes la magia de la música.
Vinieron a presentar 2, su último trabajo en el mercado, comenzaron puntuales en una sala casi vacía que se fue llenando rápidamente al sonido de los primeros acordes. Como no podía ser de otra forma para su primera canción, Abraham Boba eligió enumerar todo lo que quería ser con Tipo D, el primer single de presentación que lanzaron de este segundo trabajo. Nos invitaron a ser malos, muy malos con el tema que abre el disco: California y parece que poquito a poco fuimos calentando motores y entonando el cuerpo para darlo todo a los pies de los leones.
Nos invitaron a visitar su pequeño palacio construido en La Ribera y les correspondimos coreando tímidamente su estribillo, pero llegó el momento de recordar algo de su primer trabajo y con los primeros acordes de Ánimo, valiente se alzaron las primeras manos y le robamos la letra a Abraham para cantar el principio de este temazo en el que paramos hasta el pegadizo estribillo.
Al contrario que el tema que seguía, nosotros somos mucho más felices desde que los conocemos, no había más que vernos entonando Estado provisional y robándoles protagonismo en Década coreando a pleno pulmón ese estribillo tan real como la vida misma, porque sí señores, algo tiene que cambiar o se irá todo a la mierda. Boba paró la canción para agradecer notablemente emocionado nuestra intervención. Hicimos una fiesta de este tema y el grupo completo se vino arriba, desde los quejíos de Luis Rodríguez animándonos desde su guitarra a continuar cantando a los saltos por todo el escenario de ese bajo que no paró desde ese mismo instante en todo el concierto: grande Eduardo Baos.
Llegó el momento de hacerle los coros a la realeza y nos extralimitamos sin quitarnos los tacones en El Rey Ricardo para, aunque suene feo, desearle la muerte al monarca. Eso sí, de una forma muy sonora y con gran ritmo. Justo antes de comenzar el siguiente tema Abraham saludó al público y nos agradeció la asistencia, presentando a la banda y confesándonos que estaban encantados con nosotros, claro, ya nos habíamos soltado y no parábamos de cantar todas sus canciones, sus vicios y sus fantasías de países rebeldes como el de La vida errante. ¿Sabéis lo que es ver a un grupo disfrutar haciendo lo que mejor saben hacer? Tenéis que verlos a ellos…
Con Nuevas tierras llegó el momento pausado de la noche, para que acto seguido Boba nos confesara que se acabaron las baladas. Con Gloria llegaron unos minutos de extraña euforia, contagiada por estos leones de la música, que nos hicieron vibrar de pies a cabeza con su brillante uso del sintetizador y una guitarra eléctrica que sentimos por todas las extremidades de nuestro cuerpo. Está claro que este tema se plantea como otro de los himnos de la banda. Y si no… tiempo al tiempo.
Como nos habíamos juntado más de cien, hicimos una Celebración – Siempre hacia delante y nos hicimos mil preguntas con La palabra para llegar a un estribillo en el que nos cuestionábamos sobre el amor para que Luis Rodríguez nos diera paso con su habitual grito de guerra para poder continuar con este vibrante tema. Baos pidió palmas del respetable para anunciar que ya se iban con Todos contra todos y salir del escenario a lo que respondimos con vítores y peticiones de bises.
Se ve que lo tenían previsto, porque aún faltaban algunos de sus hits, pero siempre es un gusto que a uno le aclamen y que por petición popular haya que volver a colgarse la guitarra o el bajo y sentarse en la batería para comenzar los bises con el último corte de su segundo trabajo, un tema místico, casi hipnótico, que nos transporta a la Habitación 615 de algún hotel del Distrito Federal y que enlazaron para nuestro disfrute con Aún podemos aguantar, en el que nos confiesan que el concierto aún no se ha terminado, que aún no hemos llegado a donde queríamos llegar, porque aún nos quedaba nuestro grito de guerra, nuestro himno, nuestro Ser Brigada. Y ocurrió así…
FOTOGRAFÍAS: Manuel Pereira del Zapatero