Llegar al Auditorio Rocío Jurado y ver un escenario repleto de plantas y hojas verdes por todos los rincones no ocurre todos los días. Ver a Manolo García en concierto tampoco. Tiene 60 años y más de la mitad de su vida sobre los escenarios y el cariño que sus parroquianos le profesan es por algo. No hay más que verlo en acción.
Las últimas giras las hizo por teatros y auditorios de aforos limitados, pero para Todo es ahora decidió que fuera a verlo todo el que quisiera y optó por lugares amplios y con gran aforo, no sé si se sorprendió o ya está acostumbrado, pero ha colgado el sold out en prácticamente todos los lugares de la gira. Será por algo me dije yo. Y sí, después de verlo en directo, durante más de tres horas despilfarrando buen hacer y sonrisas por doquier he de decir que este hombre debe ser de otro planeta.
Llegaban las diez de la noche y el auditorio se había llenado, no importó la final de la Champions, allí se reunieron más de 8.000 almas dispuestas a disfrutar, cantar y bailar todo lo que Manolo García quisiera compartir con nosotros, que fue mucho. Su filosofía de vida se ve reflejada en sus letras que son un canto a la alegría, la esperanza y la vida.
Subió al escenario con nada más y nada menos que dos bandas. Sí queridos, habéis leído bien, dos bandas. Y es que la vitalidad del gran Manolo puede con eso y con más y se trata de seguirle el ritmo, que no es poco, así que dos bandas. Tuvimos la suerte de asistir al último de los conciertos por Andalucía, entre los músicos, durante la primera parte, se encontraban los neoyorquinos con los que grabó su último Todo es ahora (que da nombre a la gira) y que abandonaban esa misma noche la gira muy a pesar de García: Gerry Leonard (guitarra), Zachary Alford (batería), Jack Daley (bajo) y Mark Goldenberg (guitarra).
Dicho esto, el barcelonés comenzó con la primera parte a recorrer los temas de su último disco e iniciar la “pura magia” como él mismo reconoció. Encontramos otras formas de amar con Canción del solitario que se reconcilió con el mundo y buscamos la estrella del Norte con Lo quiero todo, en las que nos demostró que sigue teniendo la misma vitalidad de siempre. Destacaron Caminaré, Un giro teatral y Es mejor sentir en las que el público heterogéneo no dejó de corear a este gigante de la música, mención especial se merece Esta noche he soñado con David Bowie, ya que es todo un detallazo del maestro no sólo incluirlo en su último disco, sino también en el set list de esta gira. Con Un año y otro año despedíamos a los neoyorquinos del escenario y hacíamos una pausa para tomar aire y continuar con el espectáculo.
Para la segunda parte, volvieron sus músicos habituales e hicieron un repaso por su carrera en solitario, con especial protagonismo de Arena en los bolsillos, porque se lo merece, porque es un discazo y hace que el respetable se vuelva loco. No es para menos. Sonaron Zapatero y Carbón y ramas secas, sin dejar pasar la oportunidad de palmear ese Pájaros de barro que tan suyo es y pudimos compartir.
También hubo tiempo para su Nunca el tiempo es perdido y su Rosa de Alejandría, antes de remontarnos a los tiempos de El último de la fila con su gran himno Insurrección y comenzar a anunciar el principio del fin no sin antes lanzarse al público al más puro estilo rockero y sentir el cariño de la gente al recogerlo y devolverlo al escenario para poder irnos, junto a las dos bandas sobre las tablas, A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando.
Fotografía: José Daniel Martínez Lomas