19/11/2012 Teatro de la Maestranza, Sevilla.
El teatro de la Maestranza se vestía de Jazz por segunda noche consecutiva, el Maestranza nos ofrecía, dentro de su ciclo grandes intérpretes, dos sensuales veladas con dos grandes voces femeninas del Jazz contemporáneo y, si bien, el día anterior los espectadores pudieron disfrutar de la prometedora Esperanza Spalding, en la noche del lunes teníamos, nada más y nada menos que, a la joven y fabulosa Melody Gardot que venía a presentarnos su tercer disco titulado 'The absence' en esta, su primera, visita a Sevilla.
Queremos mostrar una vez más nuestro más sincero apoyo y agradecimiento al teatro por apostar y mantener en el ciclo grandes interpretes una atractiva oferta de primer plano en música Jazz, programando año tras años calidad con acierto y buen criterio.
Nada más entrar en el teatro admiramos una cuidada puesta en escena con una decoración detallista: restos de equipaje cuidadosamente desordenados por el escenario, fardos enormes que bien pudieran ser los que acarrearan los viajeros del grand tour en su regreso a casa. Un equipaje metáfora del viaje germen de este disco pues eso es lo que encontramos en ‘The absence’: El aroma de fado de las calles de Lisboa, el ritmo de batucada brasileira, aires de tango argentino y una pizca de fina y desértica arena marroquí. Influencias que la artista ha ido absorbiendo en sus viajes por el mundo y su contacto con otras culturas, costumbres y personas… todo ello se da cita en este magnífico 'The absence'.
Melody Gardot salió a escena rodeada de oscuridad, un foco la iluminaba, solitaria, mientras que, con el único acompañamiento de su tacón, iba marcando el pulso a su público, su voz inundaba el teatro interpretando 'No more my Lord' un mantra iniciático que sirvió para asentar nuestros espíritus para lo que estaba por venir. A continuación la banda se hizo presente mientras que la iluminación cambiaba, fluctuante y submarina, pareciendo que nos hubiésemos trasladado al fondo del mar.
La banda merece una mención especial por su calidad, consiguiendo además de estar totalmente entregada al servicio de la voz de Melody, destacar con luz propia. En diversos compases del concierto la sección de percusión tomó protagonismo, un protagonismo con toque brasileño. En otro momento el protagonismo lo tomó el saxo deleitándonos con un solo, mas bien llamemoslo duo, al ser interpretado con dos saxos simultáneamente, espectacular. La banda además conectó perfectamente con el público involucrándolo más de una vez y haciéndole acompañar la música con palmas.
Melody, que nos confesó que era la primera vez que visitaba Sevilla, nos demostró su simpatía al dirigirse al público mayormente en inglés aunque también lo intentara en español . Abriendo paso a sus sentimientos y haciéndonos partícipes de la felicidad que sentía por pasar esta noche con nosotros brindándonos su voz. Acompañada de sus gafas de sol y su bastón Melody Gardot es ejemplo de elegancia, desprendiendo un glamour clásico de los años 30, primeramente ataviada con ese turbante negro y esa piel blanca que posteriormente también cambiaría durante la actuación por otro modelito más sofisticado.
El público estaba deleitándose con un concierto memorable en un día tan difícil como un lunes en el que todo se ve cuesta arriba, sin embargo y, a pesar de que todavía queda una larga semana de trabajo, estos son momentos que te dan fuerza para sobreponerte y vencer el hastió y la rutina semanal dándote un saludable soplo de oxígeno. Momentos mágicos y de emoción como los vividos en la recta final de la actuación de Melody Gardot, compases finales en los que Melody animó primero al público para que se levantase de sus asientos y segundo para que se acercasen al escenario, algo pocas veces visto, creo que nunca, en la Maestranza.
Tan animado estaba el público que tuvieron que salir para primero dar un bis y posteriormente dar un segundo bis. El segundo bis comenzó con John Leftwich saliendo a escena en solitario con un violoncelo con el que comenzó a sacar sonidos percusivos que iba sampleando y, acto y seguido, reproduciendo en bucle. A los ritmos de percusión les siguieron otras melodías hasta que fue construyendo una compleja y fascinante composición. Salió entonces Melody Gardot y fue entonces cuando John agarró el violoncelo como una guitarra, dejó a un lado el arco y comenzó a tocarlo tal y como de si una guitarra se tratara: espectacular. Mientras Melody se despedía de nosotros con otra bella interpretación. Tras numerosos aplausos y vítores se despidió de nosotros que ahora notamos su ausencia. Te esperamos de nuevo Melody
Imágenes de archivo.