La reseña de esta semana, es una de éstas que os ofrecemos con el pecho lleno de orgullo. Hace ya casi dos años hicimos eco del primer trabajo de Tatín Muriel, Mis Lunares Favoritos (crítica que podéis encontrar en el siguiente enlace http://www.musiqueando.com/criticas-de-discos/15-discos-nacionales/6352-tatin-muriel-mis-lunares-2016 ), como ya vaticinamos, su futuro auguraba ser bastante prometedor, y así nos lo demuestra con su segundo trabajo. Continúa la apuesta por el mestizaje de estilos, alcanzando cotas aún más elevadas, el aportar ese toque bailable a través de los ritmos en todos sus temas desprendiendo esencia sevillana a Andalucía por cada uno de sus matices.
Ya por su título podemos hacer cábalas sobre lo que nos espera. Kintsugi, técnica japonesa destinada a reparar fracturas de cerámica a base de resina y polvo de oro, técnica que revalorizaba el precio anterior de la pieza en sí. Claramente se nos abren las puertas a un viaje, pero no uno cualquiera, uno donde seremos partícipes de la destrucción y la forja de uno mismo, para superar cualquier advenimiento, pero no igual de débil, mucho más resistente, mucho más preparado, mucho más sabio, un ser prácticamente nuevo.
La encargada de darle alas a nuestro viaje es Barcelona. Establece el punto de partida de esta historia en el amor. Un amor sin límites, sin idiomas, sin entendimientos, ilógico, natural, sin miedos y libre. Rezuma funk durante sus intensos tres minutos, donde destaca la fuerte carga del bajo, muy bien acompañado por trompeta y saxo, y ofreciéndonos en la cumbre del tema un solo de guitarra eléctrica con tintes de blues. La parte más impactante de Barcelona es como musicalmente personaliza el tema que trata la propia letra. Comienza la batería, a la que se le une la línea del bajo para fluir hasta unirse al resto de instrumentos, sugiriendo un paralelismo magnético entre la persona solitaria que descubre el sentido del amor y se mimetiza con su entorno, fluyendo con el resto de seres que lo rodean, siendo todos ellos un solo corazón, cosa que hace sentir al oyente, haciendo casi imposible no querer arrancarse a bailar mientras lo escuchas.
Si hablamos del mestizaje musical, no podía faltar la Psicodelia, la reina de los estilos. Y el tema que viene a la cabeza al pensar en Kintsugi y en psicodelia, claramente es Autorretrato a tres colores. Una retrato musical del cuerpo femenino, haciendo peaje por cada uno de sus misterios a través de la mezcla de ritmos que cambian la intensidad con la que entramos en la historia y refleja cada una de las curvas. El ritmo que prima, nos hace sentir en nuestra propia piel los subidones y bajones del protagonista ante la inmensidad de sensaciones que causa este viaje de descubrimiento femenino.
No tengo más pa darte, es la fiel representación de que en un viaje no todo son luces. Representa la esencia de la que hablamos antes, la que desprende el título del disco. Todo gira en torno a las cicatrices, a romperse, pero a mantener viva la llama de la esperanza. Totalmente roto, en la fase de reconstrucción y del reconocimiento de errores. Un diálogo donde reina la melancolía entre el corazón y la mente, que toman lugar en forma de saxo y trompeta a base de contestaciones donde se recomponen y se reforjan, pero sintiendo que se ha dado todo, por lo que no cabe en esta canción lugar ni para una pizca de arrepentimiento, no obstante, el dolor es palpable y transmisible.
Cerrando Kintsugi, como resolución al viaje, tenemos Adivina. Por muy bueno o muy malo que sea un viaje, ya sea éste u otro, la persona siempre cambia. “Lo que tapan sus ojos son pétalos y en lugar de pestañas, espinas”, en este caso, presenta cómo cambia el dolor sufrido por una persona, que aunque se muestre bella por fuera, por dentro el miedo y el dolor te obligan a hacerte fuerte a ti mismo.
El viaje que nos proporciona Tatín Muriel, es maravilloso, pero lo mejor, sin duda, es el sabor que nos deja en los labios al terminar de escucharlo, nos ofrece una conclusión muy acertada para esta travesía a la que nos lleva con su música, y éste consiste en que aunque no lo notemos, cada paso en la vida nos cambia, para bien o para mal, lo importante es aprender de él y hacernos crecer como personas, hacernos plenos y felices, así un día poder disfrutar de la vida. Un trabajo sobresaliente para este joven grupo que demuestran que con cariño y buen hacer en la música, podrán llegar tan lejos como se lo propongan.