Me gustó Viva la vida. Me pareció un muy buen disco. Tampoco una obra maestra, pero sí un álbum importante. Una buena colección de canciones, con sentimiento, con imaginación, con ganas, con un punto de libertad creativa, quizá no muy originales pero sin duda bien hechas. Por eso me acerqué a Mylo Xyloto con muchísimas expectativas. Y muy pocas se han cumplido.
El tema que han elegido para abrir el disco es el que da nombre a todo el álbum, y, en cierta forma, lo representa. Mylo Xyloto es un breve instrumental que pretende ser un canto a la felicidad, a la alegría de estar vivos, a la superposición de sonidos y a la mezcla libre y sincera de todo lo que se hace y produce en la música de hoy en día, donde la conjunción de electrónica y de instrumentos más clásicos se dan la mano confiados, alegres, contemporáneos. Y, para empezar, lo consigue, porque tras esa breve introducción, Hurts Like Heaven, la que lo sigue, es un tema de perfecto pop que me hace mover la cabeza con su ritmillo insistente y me hace sonreír gracias a una melodía sencilla, risueña, a unos coros y a unas guitarras optimistas y simpáticas. Pero luego empiezan las cosas raras
.
Paradise no sé bien lo que es. Empieza como algo moderno que no sé situar, y después aparecen unos arreglos que me traen olores a Tierra Media, a Señor de los Anillos, antes de saltar con un ritmo de hip-hop lento y una melodía que se me repite como un almuerzo mal digerido, sin gracia alguna, pero, aún así, tiene algo que me dice que con otro envoltorio podría haberme gustado.
Este mismo pensamiento me sucede con otras canciones. Con Charlie Brown, que es la siguiente, y con Major Minus, y con Up in Frames, y con Princess of China, que canta Chris Martin a dúo con la súperventas Rihanna, y, para colmo de males, me da la sensación de que podría estar en cualquiera de sus discos (en los de ella) sin que pareciera raro. No entiendo lo que estoy escuchando, me repele y me disgusta, me aburre, me parece insulso, machacón y sin emoción alguna.
Después me doy cuenta de que hay temas que sí me entran poco a poco. Us Against the World es una canción de esas íntimas con las que solían cautivarnos antes, hace años, cuando empezaron, con esa presencia acústica y esa sencillez de emociones, pero con mucha menos nostalgia y muchísima más alegría, y Don't Let It Break Your Heart, sin ser fantástica, me parece una de esas grandiosas para un final de concierto en un abarrotado estadio.
Y dejo para el final el tema que está justo en medio. No sólo en el centro del álbum, sino, también, del concepto. Algo así como la madre de todas estas canciones: A Every Teardrop Is A Waterfall. Mira que no me disgusta. Que la melodía me engancha. Que después de oírla varias veces hasta me parece bueno el guitarrista imitando el sonido de gaita. Es verdad que no me emociona, que está como mal acabada, pero creo que en general me gusta. Pero a quién demonios se le ocurre copiar de forma evidente el riff de piano de El Ritmo De La Noche, ese tema de discoteca que escuchaba cuando tenía 15 años. De verdad, a quién se le ocurre. Y, repito, la canción no está mal. Pero es tan grande la metedura de pata que…
…que me da que pensar que se les ha ido la olla.
Que o se han creído ya intocables, unos especie de Beatles, o de Rolling, o de U2, unos dioses de la música. O que querían volver a imitarse a ellos mismos hace 3 años, volver a Viva La Vida, con su electrónica y su libertad creativa. O hacer algo más grande e incluso superarlo a través de superponer arreglos y cortar la pana siendo modernos. Pero se les ha olvidado esa cosa que hace grande escuchar música, un detalle tan sencillo a la vez complicado y que es la base de todo lo el arte: conectar con el público y expresar emociones.