2009-10-08 Wurlitzer Ballroom, Madrid
Que bonito es descubrir grupos nuevos así como que no quiere la cosa. Sentir ese cosquilleo casi olvidado que le hizo sentir a uno la primera vez que escuchó a Monster Magnet (dense cuenta que estamos hablando de grandes cosquilleos).
Igual de bonito es imaginar un futuro en las montañas, rodeado de verde, con la prole danzando al son de una vieja guitarra y una armónica. Imagínense que uno de esos pequeños vástagos se acerca y pregunta al padre – Papá, ¿que es eso que tienes en la boca? – El padre orgulloso de la inquietud del vástago le responderá – es una armónica hijo – entonces el ángel de ojos azules mirara con ojos de rana a la figura paterna y de modo ingenuo pero no carente de inteligencia espetara un ¿Papá que es una armónica?
Ese padre podría perfectamente coger al niño, llevarle al salón donde se encuentra el tocadiscos y ponerle a la banda que nos ocupa. Y es que la manera en que concibe la música este grupazo no entiende de excentricidades ni virtuosismos, ni hipocresías ni malabarismos. Son raíz, por que al igual que la explicación que dan los historiadores de las sociedades del pasado, esta gente, más inquieta musicalmente que aquellos que escuchan tropicalismos tecnificados, saben quien son, por que saben de donde vienen.
No es difícil darse cuenta de que en nuestras manos está una banda donde los dos líderes (Scottie "Mad Dog" Blinn y Tom Essa) no tienen sangre en las venas, tienen el blues. Lo grande del asunto es que ese blues propuesto por los tiburones rezuma oscuridad y suciedad a partes iguales como si su música surgiese de una caverna llena de barro donde lo único que puedes hacer es quedarte atrapado. Para que me entiendan, si John Lee Hooker hiciese una banda con australianos afincados en el Missisipi saldría algo parecido a lo que les estoy hablando.
El caso es si su trabajo “Train rolls on”, de 2006, ya era bueno, su último larga duración, “Voodoo Doll” es un discazo y así lo demostraron en una sala con un aforo bastante pobre. Si, es triste que parezca que solo existen los conciertos con reseñas en El País.
Eric "Jailhouse" Von Herzen. Quédense con ese nombre, pues este señorito ha formado parte de Social Distortion ni más ni menos. Mr. Jailhouse se puso en medio del escenario con su armónica y dejó a todo el mundo con cara de ¿Qué coño está haciendo este animal? De verdad, fue impresionante el recital de este hombre, no hay palabras.
En resumidas cuentas, casi veinte años de carretera fueron puestos de manifiesto ante una audiencia reducida que saltó, bailó y disfrutó con los tiburones del lodo del Missisipi. Esperemos que vengan pronto para volver a demostrar que el blues puede presentarse en diversas formas si es bien entendido, aunque sea lleno de lodo.
Pd: Mención especial a los teloneros Reducers, que con su Punk inmediato arrancaron bastantes aplausos.
DR.BROWN
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