Empezaba a tener helados hasta los cordones de los zapatos cuando entre en la sala. La multitud se agolpaba frente al escenario. Inmediatamente entré en calor y no era para menos, allí no cabía ni un alfiler. Todas las entradas estaban agotadas y el aforo era completo.
Entraba poco a poco en calor y empezaron a sonar unos pajarillos de fondo que daban la bienvenida a Zahara. Ella apareció, tan mona como siempre. Acompañada poco a poco de su banda. La noche comenzó con “Tú me llevas”.
Zahara ha cambiado. Ya no es la chica adolescente de antes. Ahora la rudeza, la madurez y la seguridad acompañan sus temas. Y a ella. A simple vista parece que sigue siendo la misma chica adorable de hace unos años atrás, y puede que lo siga siendo, pero la madurez la ha llevado a otro nivel que no dejo de sorprenderme durante todo el concierto.
Así pues, fueron cayendo poco a poco temas como “Leñador y la mujer América”, “El universo”, “El lugar donde viene a morir el amor”…
Un momento demasiado especial fue cuando la propia banda, a la cual hay que hacer mención, musicazos sin lugar a duda todos, se fue del escenario y la dejaron sola frente a su público. Desenchufó la guitarra, y a capella nos regaló “Olor a mandarinas”. Un momento cumbre de la noche llegó junto a “Con las ganas”; canción que ella misma ha admitido demasiadas veces que le hacía demasiado daño interpretarla, pero que también sabia lo especial que podía ser para todas y cada una de las personas que estábamos allí. E hizo daño. Demasiado.
La noche iba terminando y junto a ella, se sucedieron las últimas canciones. “Mariposas”, la preciosa “Del invierno”, la sensual “Camino a L.A.”, y como culminación “Merezco”. En la cual no hizo ninguna falta que la propia Zahara cantara, ya que el público se hizo cargo bastante bien de ello.
Cada vez que la artista salía del escenario, toda persona que llenaba la sala enloquecía y pedía más temas. Hasta el punto en que su última aparición fue para regalarnos totalmente a capella, de nuevo, la copla “Ojos verdes”.
Zahara ya no es la eterna adolescente pop que conocíamos. Ahora es un auténtico animal en el escenario. Un animal que lo controla absolutamente y que deja patente la madurez que ha adquirido sobre los escenarios. Una voz increíble, que esperemos que nunca se apague.
Fotografías: Sabina Martins