La banda canaria Viltown nos ofrece en lo que es su segundo trabajo un ejemplo de facturar rock adornado con modernidad con el resultado final de ser una propuesta atractiva y de digestión fácil y placentera al mismo tiempo.
Porque la inmediatez y los arreglos de viento nos despiertan en Miel de champán antes de la americanizada Halcón negro cuya senda sigue el siguiente corte, el Vengador.
Lo que parece un guiño a Fito Cabrales en Tiburón (cuyo riff recuerda a Un buen castigo) resulta una de las letras más interesantes junto a la cruda declaración de filosofía personal en Cobarde. Un acústica historia de clases sociales en Ferrari ardiendo donde brilla el arreglo de teclados. Ya en el tramo final, Miedo, un tema de varios cambios de ritmo con el bajo y una flauta travesera de protagonistas así como los coros.
Arresto en primer grado vuelve a la vertiente más belicosa y de western de los mensajes de Viltown y cierra un disco donde hay poco o nada que esté de relleno.