Madrid, 19-04-2008
Una discusión irresoluble dentro de la música popular es la de si ésta es arte o, por el contrario, es un simple objeto de consumo/entretenimiento. Vetusta Morla dejó claro que, con un poco de sensibilidad e imaginación, un concierto de rock se convierte en un espectáculo auditivo, sensitivo y visual que eleva la música a los altares de la expresión artística.
La sala Joy presentaba un aspecto inmejorable para recibir a Vetusta Morla y la banda no defraudó en ningún aspecto, dando un concierto memorable que quedará en el recuerdo de todos los que tuvimos la suerte de acudir. El sonido, el decorado, la iluminación, las proyecciones…la banda tuvo en cuenta todos estos elementos, sacando el máximo partido a la sala/teatro y mostrando como el rock puede convertirse en algo trascendente por encima de modas, periodistas, medios de comunicación y discográficas.
La música son sentimientos y Vetusta Morla saben como expresarlos. A pesar de tener sólo un disco en el mercado la banda dio un concierto amplio, extenso, que dejó satisfechos a los asistentes. El grupo sonó perfecto, mostrando lo cuidadas que están las canciones, adornadas con arreglos preciosistas y coros empastados. Uno nunca sabe hacia donde van a ir los temas, pero sabe que llegaran a buen puerto. Sólo hay que dejarse llevar y disfrutar del trayecto.
Poco a poco la banda fue desgranando los temas que forman parte de “Un lugar en el mundo”, su primer larga duración, incluyendo también algún tema de “Mira”, EP anterior al disco. Tratar de explicar lo mágico de las interpretaciones que hicieron es complicado. “Al respirar”, “Valiente”, “La cuadratura del círculo”…el público estaba entregado, embelesado ante el espectáculo que observaba. En los bises llegó el punto álgido con la interpretación de “Iglú” (¡corred a youtube y buscadlo!) y “Sharabbey Road”, para la que contaron con la ayuda de Jairo Zavala, y los coros de toda la sala.
Es Vetusta Morla un grupo atípico, fascinante y con un futuro que se antoja lleno de canciones hermosas y conciertos memorables. Leer sobre ellos no sirve de nada, hay que verlos y sentirlos.
Fotos: Nuria Aguilar