Reconozco que no soy objetivo cuando de Los Suaves se trata. Son uno de mis grupos españoles favoritos y no puedo remediar sentir un enorme afecto por su música y por ellos mismos.
Los he visto en múltiples ocasiones en directo y en todas ellas he salido encantado, a pesar de que en algunas de esas oportunidades Yosi no se encontrara en muy buenas condiciones para cantar. Pero daba igual; el resto del grupo se salía tocando y luego el público se cantaba toda la letra del principio al final del show y listo.
Igualmente he llegado a ver a un Yosi pletórico y esos conciertos ya rozaban la excelencia.
Pero estamos en el 2.015, con una banda que anuncia su disolución y que pretenden tocar un montón de conciertos antes de final de año (fecha prevista para el final del tour y de la carrera de Los Suaves) y dejar un recuerdo grato e imborrable a todos los que hayan sido y siguen siendo sus fans.
Aquí, en esta parada para tocar en Valencia, en la Sala Repvblicca (que realmente está en Mislata), se mezclaban sentimientos que preveían y aún exigían una noche memorable. Por una parte, las entradas se habían agotado varios días antes de este viernes de concierto, por lo que la sala estaría llena y ávida de ver a los de Ourense. Por otra parte, se supone que esta sería la última vez que la capital del Turia vería en vivo a Los Suaves, y eso reclamaba un show espectacular por parte de la banda.
Entre las 9 y las 11 de la noche el público fue llenando paulatinamente la Sala Repvblicca y comprando merchandising de Los Suaves, hasta tal punto de agotar algunos artículos. Estaba claro que la concurrencia cumpliría su parte del plan: fervor y entrega incondicional hacia los gallegos.
A partir de las 11 sería el grupo el que tenía que demostrar que “La Música Termina” (nombre de la gira), pero por todo lo alto.
Salieron a escena los músicos, cogiendo posiciones y esperando la aparición del cantante. Cuando Yosi se presentó ante los centenares de personas allí reunidas, las aclamaciones parecieron conectar la energía que los instrumentos necesitaban para funcionar. Entre enormes vítores arrancó pues “Cuando los sueños se van”.
Este fue quizás el primer detalle que denotaba que esta gira sería distinta a otras pues, hasta que yo recuerdo, siempre han empezado con “Preparados para el rockanroll” o “No puedo dejar el rock”.
Personalmente no es de mis temas predilectos este “Cuando los sueños se van”, y creo que es un comienzo preparado para ir escalando en intensidad. Bueno, y tal vez también contenga algún significado en cuanto a la letra del tema relacionado con esta despedida.
Pasaron de inmediato a “Palabras para Julia”. Tan emotiva como siempre, con la maravillosa letra de Agustín Goytisolo en la voz cascada de Yosi y envuelta en las encantadoras melodías de Alberto y Fernando. Yosi dejó alguna estrofa al público y la última llamada a “Julia” la cambió por “Valencia”.
La última canción de la terna inicial resultaría mucho más prosaica, si bien es uno de esos himnos con los que Los Suaves se han movido por toda España durante décadas. Un temazo, una declaración de intenciones, una manera de vivir y de sentir el Rock. Con “Maldita sea mi suerte” se terminó de captar a los últimos (si aún quedaba alguno) que no se habían enganchado al concierto. Gritos desaforados coreaban el estribillo, casi desafiando a la megafonía del micro de Yosi. Brincos, saltos, headbanging y sudor se hacían patentes en la sala, dejando entrever la energía que Los Suaves y su público se proporcionan mutuamente.
Por fin pararon un poco para recomponerse tras el comienzo. Tino, Charly y Fernando, recuperar al aliento; Alberto para secarse el sudor; Yosi para sonreír al público, dejarse querer y echar mano de una copa que tenía preparada.
Apenas eran los primeros minutos y cortes de un concierto de más de dos horas, pero ya tenía unas sensaciones que me reafirmaría el resto del show.
Tengo que decir que no es la mejor actuación que les he visto. Fue un recital estupendo, como no puede ser de otro modo, donde la música resultó sobresaliente y hasta Yosi se comportó como un gran frontman. El público, con su cariño y el afecto volcado hacia la banda, dio mucha calidad al evento. Al sentir cómo una variopinta y multigeneracional multitud aclamaba, cantaba y se divertía sin concesiones ni especulaciones, se comprendía que aquella era una ocasión especial. Creo que este concierto será recordado por muchos fans precisamente por el ansia de muchos de ellos de convertirlo en un momento para recordar. Sería la última vez que Los Suaves recalaran en Valencia en su historia y recordarían esta noche sin duda.
El caso es que la banda parecía muy centrada en que todo saliera perfectamente y que la gente quedara satisfecha, pero esto les quitaba la soltura y espontaneidad que les he visto en otras ocasiones. Tal vez eché de menos un poco de naturalidad en algunos momentos por parte de los músicos; eso sí, Yosi se comportó como siempre.
Pero bueno, no dejaba de ser un momento especial para todos los fans del Rock patrio.
En cuanto al setlist, continuaron con un tema que recuerda “a alguien que se fue hace casi 20 años, pero que continúa con ellos, dándoles fuerza con su carácter”. Un tema para “Lisa (1970-1996)”.
Los coros por parte del público, cómo no, continuarían en esta y el resto de canciones de la noche, pero me pareció especialmente emotivo el oír esta letra (como ocurrió con “Palabras para Julia” por ejemplo) en tantas gargantas. Todo ello sobre el ritmo de las baquetas de Tino y el bajo de Charly, los acordes de Fernando y el fabuloso punteo con el que Alberto remataba el corte.
Yosi ya se había hecho totalmente con el escenario (y el público, claro), se encontraba totalmente en su salsa. Se tomaba unos tragos, le daba unas caladas a un cigarro y se aventuraba a alargar su mano para saludar personalmente a los fans, con el riesgo de poder caer al foso entre el escenario y la valla. Un pipa le echaba una mano para que no cayera y le reconducía al escenario, donde se ponía a gesticular y agitar sus brazos como las aspas de un molino.
Los ánimos siguieron elevándose cuando sonó “Por una vez en la vida”, como si de una declaración de intenciones se tratara, cantada con fuerza y rabia, y con otro enorme solo de Alberto.
Se enganchó con “No puedo dejar el rock” echando mano de una pequeña intro. Otra que tal, con un recibimiento espectacular que se vio reflejado en cómo el vocalista de Los Suaves intentaba brincar frente al micro mientras cantaba. Esto ya le va costando me temo, así que hizo lo que pudo, pero fue más que suficiente para encender a sus fans y que estos hicieran lo propio.
Para rematar, dispararon un cañón con confeti que tapizó el escenario y las primeras filas con miles de papelitos de colores. Fernando y Alberto (apoyados por la base rítmica de Tino y Charly) dieron rienda suelta a sus guitarras para alargar un poco el tema, repitiendo alguna vez extra el estribillo.
Otro pequeño instante de asueto preparaba la Sala Repvblicca para “Viajando al fin de la noche”. Un poderoso ritmo impuesto por Tino dejaba a Yosi que alternara partes de las estrofas con su gente, su público fiel que lo canta todo.
Cientos de gatos estampados sobre camisetas y algunos sobre banderas, alguna bandera gallega también y la senyera valenciana. Todas ondearon para engalanar este espectáculo de Rock.
“Viajando al fin de la noche” es un corte largo, pero se me antojaba un tema de transición dentro del setlist hasta uno mucho más poderoso como es “¿Sabes? ¡Phil Lynott murió!”
Un ritmo reconocible desde la primera nota y una letra con un sentimiento tremendo. Un tributo a Thin Lizzy y a su líder en toda regla (y no sería el único de la noche, como leeréis más adelante), con unas guitarras que hubieran encantado al mismo Phil. Personalmente pienso que es una de las grandísimas canciones dentro de la discografía de Los Suaves y siempre es una gozada oírla en directo. En este caso, para el solo de guitarra, se encargó Fernando de hacer las delicias del público.
Pasaron a “Siempre igual”, desde el mismísimo álbum debut de la banda, aquel “Esta vida me va a matar” con el que agradecían a todos sus fans presentes en el primer concierto de Los Suaves, allá por el ‘81, como teloneros de los Ramones, nada menos. Hoy, casi 35 años después, llegamos al final de esa trayectoria con conciertos tan memorables como aquel primero o los que están dando en esta gira.
Yosi la presentó como la primera canción que él compuso. Nada menos.
Un breve descanso para preparar la siguiente terna. Sobre todo para Yosi, que aprovechaba para tomas un trago y darle unas caladas a un cigarrillo. Esto parecía elevarle el ánimo y así se atrevía a descolgarse hacia el público, sujeto a las barandillas del escenario y ayudado por los técnicos, ante la más que probable posibilidad de caída al foso.
Las tres siguientes fueron tremendas, desbocando a la gente hacia una locura y algarabía materializadas en continuos movimientos en las primeras filas, brazos el alto en señal de devoción a la música y unos coros cada vez gritados con más fuerza.
“Si pudiera” sonó primera, con una entrada reconocible como la que más. Fenomenal en la letra y con unas melodías que la convierten en una balada con mucha fuerza, sobre todo desde las guitarras. Por supuesto, con unas estrofas y un estribillo que invitan a ser recordados, el público cantó a voz en grito toda la letra de esta “Si pudiera” al mismo ritmo que Yosi. Quizás no estuvo mal esto porque me temo que Yosi no atinó siempre en la correlación de las estrofas durante el concierto; me temo al cambió el orden de algún tema. Pero bueno, no quedó más que en anécdota.
Otra con el mismo (o más) sentimiento sería “Malas noticias”. Otra historia de esas tristes que parecen subrayas la fatalidad como parte de la misma vida. No obstante, una canción encantadora y con una excepcional calidad en su composición. Guitarras sobresalientes (al igual que el bajo y la percusión) y una historia que llega muy dentro. ¿Y qué decir del solo?
“Malas noticias”, casi ocho minutos que se hacen muy cortos, pero que hicieron efervescer a la Sala Repvblicca.
Y llegó “Pardao”, quizás la más aclamada hasta el momento cuando Yosi echó mano de la guitarra semi-acústica. Aunque parecía mentira que se pudiera dar, el concierto iba subiendo en intensidad, con la gente más volcada a cada canción, por difícil que pareciera.
Alberto volvió a dejar patente su enorme calidad durante el punteo. Desde hace años considerado como uno de los mejores guitarristas de España, el amigo Cereijo hipnotizaba a los centenares de aficionados de Valencia.
Avisaban que el concierto se encaminaba al final, cuando llegó “Mi Casa”. Otro himno que no podía faltar para este concierto de despedida de Los Suaves hacia la capital del levante. De hecho, había muchas camisetas que precisamente manifestaban que “mi casa es el Rock And Roll”. Un corte que pudiera ser la historia de muchos de los asistentes, por lo que pareció tocar la fibra de la masa. En lo musical, los guitarras se repartieron los solos: Alberto se marcó un par y dejó que Fernando también se explayara en otro breve punteo.
Quizás no he hecho hincapié en las labores de Charly y Tino en sus puestos. Cierto que con las figuras que son, sobre todo, Alberto y Yosi como frontmen de la banda, es complicado quitarles protagonismo. Eso sí, para que Los Suaves hayan mantenido la enorme calidad musical en todos estos años, el bajo y la batería han tenido que ser el puntal rítmico. Charly y Tino, de actitud discreta pero haciendo un gran trabajo desde las segundas líneas.
Además, siempre me da la sensación de que es Charly quien controla realmente los tiempos desde una posición de retaguardia; como fundador del grupo y “cuidador” de su hermano.
Nos acercábamos al final con “El afilador”. Le tengo un enorme cariño a este tema, como imagino que le pasaba a muchos de los asistentes a este concierto. Adornaron el tema con otro cañonazo de confeti para que Alberto volviera a dar rienda suelta a sus capacidades como guitarrista en otro sensacional punteo que remataba el corte. Pero aún nos deleitó más cuando enganchó este con el himno gallego.
¿Y la última del concierto (al menos de su parte principal)? Pues cuál iba a ser… “Dolores se llamaba Lola” y directamente se desató la locura.
Se retiraron y tardaron un buen rato en volver, la verdad. Algunos de los que estaban en las primeras filas parecían buscar zonas más tranquilas donde pasar los bises, después de haber “sudado” 15 canciones durante casi hora y media.
La banda se volvió a colocar sobre el escenario para arrancarse con “San Francisco Express”, que engancharon con la emotiva “Ese día piensa en mí”. Grandes temas, pero es que lo que se había vivido unos minutos antes había sido muy intenso.
Remataron este primer “encore” con un “Ya nos vamos” que Alberto y Fernando tocaron muy bien al alimón. Un poco más extendida de lo normal, para enfatizar la despedida y que acabó con un fundido en negro del escenario. Parecía un final de verdad porque el grupo repartió agradecimientos y saludo al público, antes de retirarse.
Pero no, aún a oscuras volvieron a colgarse los instrumentos y remataron de verdad el show con unos segundos bises. La primera, “Esta vida me va a matar”, que engancharon con el segundo tributo a Thin Lizzy que comentaba antes: nada menos que “Massacre”.
Cierto que no es un corte de los más emblemáticos, porque ni siquiera es de Los Suaves, pero es que la calidad en la música es tremenda y creo que fue un gran detalle.
Y el final, ahora sí, sería con “La noche se muere”. Con toda la banda volcada, en unos momentos realmente emotivos si pensamos que estas serían las últimas que sonarían en Valencia por parte de Los Suaves. También era probable que fuera el concierto de despedida para muchos de los asistentes a una banda que es uno de los innegables referentes del Rock en castellano.
Mucha emoción y sentimiento desbordando la sala, desde y hacia el escenario. Agradecimientos, saludos, palabras de cariño y respeto… Era la despedida de Los Suaves para con Valencia. Sin duda una noche para recordar el resto de la vida.
Nos vemos en la próxima.
Salud!