• Mar. Abr 22nd, 2025 5:19:25 PM

Musiqueando

Tu web de música

Una noche con María Yfeu: el arte de lo inclasificable y un futuro impredecible

PorÁngela Biedma

Abr 14, 2025

Jueves, 10 Abril 2025, Sala Malandar. Sevilla

 

El público fue agolpándose poco a poco hasta que, cinco minutos antes de las 22h, arrancó el concierto con Lo que pasó. La entrada fue seria, medida al milímetro por parte de la banda. Con visuales de un paisaje en movimiento proyectados al fondo, esta primera canción, de corte electrónico, ponía en primer plano la voz de María, abriendo con fuerza un repertorio que ya desde el inicio se intuía variado. Sobre el escenario: ella con su guitarra, aunque frente a ella esperaba un teclado mini. A su izquierda, Diego Portugal en la guitarra; a la derecha, Andrés Comesaña en el teclado; y a la batería, Joe Sturges.

Siguió con Nunca pierdas nada, donde comenzó a introducir los efectos vocales que ha venido explorando en su último disco. El estribillo hipnótico de este tema es una muestra clara de una madurez compositiva brillante.

Fue entonces cuando María saludó por fin a sus paisanos y agradeció el recibimiento, especialmente teniendo en cuenta que coincidía con un partido del Betis, un hándicap más en una ciudad como Sevilla. Comentó también que el disco busca transmitir a los jóvenes la idea de transformar los obstáculos en optimismo.

Continuó con Haz lo tuyo, ese juego de palabras que da nombre al disco, y donde volvió a surgir su esencia jazz. El estribillo marcó un giro en la atmósfera del concierto, atravesándolo todo.

Después llegó DHETLN, con unos arreglos envolventes y esas características notas pedal que se mantuvieron durante toda la canción. La voz de María, suave, fue meciendo la armonía como si de un mantra se tratara.

A continuación, Que te follen, precedida por una breve y comedida explicación sobre su letra, inspirada en una discusión entre un hombre bebido y una mujer. El arreglo de guitarra, casi naif, contrastaba con la contundencia de la letra. María se lució en los agudos, casi sin despeinarse.

 

Después interpretaron un tema inédito, con la colaboración de Paco Jácome al bajo. Muy acertado su aporte: la línea de bajo era una delicia. Una canción muy jazz, que por momentos recordaba a Radiohead.

Recuperó de su primer disco Me vio llorar, con su característico sintetizador, que encajaba a la perfección con la agudeza de la voz de María, transmitiendo con acierto el desgarro del tema gracias a los arreglos del directo.

Le siguió c/Viejos, ella sola al piano, una canción que bien podría ser una nana. Con unos falsetes pulidos, casi de garganta, dejó a toda la sala embobada.

Llegó uno de los momentos más especiales: María y su banda versionaron a Caetano Veloso con Não me arrependo. Empezó sola con el sintetizador, navegando en un oleaje vocal que se amoldaba al ritmo de la canción, mientras la banda se incorporaba casi sin hacerse notar.

Después vinieron Para simularte, una canción que podría pertenecer a la América más profunda; la misteriosa e insinuante Media luz, con un interludio potente y una progresión brillante —una de mis favoritas del concierto—; y otra pieza en la que cambiaba de idioma con la misma facilidad con la que cambiaba de acorde, moviendo su mano izquierda por el mástil con total soltura.

Siguió con la rencorosa Dime que no y la envolvente Y sé que tú también.

Después invitó a Kike Suárez, de Vera Fauna, para cantar Candelaria, a la que María imprimió un toque soul que se mezclaba con la fuerte influencia del rock andaluz eléctrico.

Volvió a quedarse sola, esta vez con la guitarra, para interpretar un tema inspirado en el libro La mala hora, con una estructura y una rima que evocaban a una copla.

Después volvió la banda para Cógelo fuerte, seguida de Suerte, con una línea de bajo oscura y una estructura muy dinámica e impredecible.

El concierto terminó con Nada es para siempre (así), en la que se notaba que María estaba disfrutando. Se percibía que ella sabía que era el final. Y se sintió esa energía última que solo se da cuando la banda está conectada y lo sabe también.

Una hora y media de equilibrio exquisito entre el soul, el jazz, la experimentación urbana y una cocción medida al detalle por toda la banda. Influencias que van desde el pop más noventero hasta la electrónica más experimental.

Una experiencia que, sin duda, acaba de comenzar, y cuyo futuro se intuye tan estimulante como impredecible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *