Robe saluda y el Estadio se llena de aplausos y silbidos con Buscando la luna. Nos dedica unas palabras, como buen poeta, "Gracias por volver a donde se os quiere sin que vengáis", para dar paso a La vereda de la puerta de atrás sin que nadie diga sandeces ni que nos sobra el amor, enlazamos con ese Pequeño rocanrol endémico para decir que no todos a una y casi sin respirar gritar a pleno pulmón Golfa junto a un público de lo más entregado.
El escenario se apaga y suena el murmullo de la gente, la batería marca el ritmo. Luces. Guitarras. Teclado. Fragmento de la Quinta Sinfonía y… suena Calle Esperanza s/n. Robe se dirige al respetable: "A veces no entendemos las cosas porque somos demasiado tontos para entenderlas y, otras, demasiado inteligentes", es la explicación de Locura transitoria que da paso a un nuevo tema en el que pide que dejemos los móviles y disfrutemos del momento. Llegaron esos movimientos de La ley innata con una Dulce introducción al caos que nos hizo recordar ese tiempo en el que nunca pasa nada para anunciar su Segundo movimiento: lo de fuera y así sintonizar con el Cuarto movimiento: la realidad, una tras otra varias piezas del álbum.
Parada de 20 minutitos que se convierten en 30. Nos amenizan la espera con música de Los Suaves y Rosendo, entre otros. Retomamos conciertazo con fuerza, con temas de esos de toda la vida, los que han reunido allí a gente de todas las edades que cantan al unísono Prometeo para continuar concretando la fecha de nuestra muerte con Satán y Jesucristo García. Nuestros cuerpos casi se evaporan con su Poema sobrecogido en un homenaje a Triana, y es que Sucede que no nos cansábamos de escucharlos y que nuestra estrellita firme nos guió durante la noche para seguir el ritmo de los extremeños que nos pidieron un vis a vis con Autorretrato.
Se olía el final en cuanto nos pusimos a buscar estrellas con Standby pero antes tenían que llevarnos a lo más alto con su Salir, beber y el rollo de siempre. No nos podía faltar ese himno que es Ama y ensancha el alma que parecía el broche final de una gran noche pero… aún quedaban un par de canciones en la recámara para terminar de enloquecer a un público que se quedó con ganas de una despedida seria, porque Robe, literalmente, desapareció del escenario sin mediar palabras. Hasta la próxima.