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Tributo a Queen en el Estadio Olímpico (Sevilla)

Poradmin

Oct 12, 2014
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Una gran multitud se agolpaba en la pista y en la grada del Estadio Olímpico de la Cartuja, algunos entregados, y otros, curiosamente expectantes, como era mi caso.

 

Un Freddie Mercury vestido con pantalón blanco, chaqueta del mismo color con rayas rojas, agarrando su característico micrófono con mástil, asomó en el escenario acompañado de un Brian May, de mismo pelo y misma “Red Special”, aunque sin el mismo efecto, y al fondo, Deacon y Roger Taylor.

 

El “We will rock you” empieza, y yo me planteo que verdaderamente, hay que ser muy valiente para tributar a Queen. Freddie recorría el escenario como lo haría Freddie, imitando sus gestos, bailes y poses, y así, comenzó un sentido homenaje que con el “Another one bites the dust”, con la misma gorra que usaba Mercury, nos fue llevando por los grandes éxitos de la banda; “Under Preasure”, conectando previamente con la grada y “Save me”, entre otros.

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Un solo de Bryan May dio paso a un Freddie vestido con su habitual chaqueta amarilla cantando el tema que dio nombre al magistral disco “A Kind of magic”, al cual le siguió la archi conocida bso de “Los Inmortales”. Y yo me pregunté, justamente en ese momento, que quién quiere vivir para siempre, habiendo voces inmortales como la de Farrokh /Freddie, y cuerdas como las de May.Mi desilusión, sinceramente, comenzaba a aparecer tras un desinflado “Somebody to love”, principalmente porque es una canción que conecta, que te hace vibrar y que no consiguió ese efecto. Y volví a preguntarme ¿We wants to live forever …?

 

Pero el piano anunció mi canción secreta de Queen, y mi corazón se encendió;  “My melancholy blues” se me colaba por la dermis y mientras decía aquello de “Así que acérquense a mí cerca, y conozcan mis tristezas melancólicas”, comencé a sentir, sinceramente emocionada, lo especial que debió ser vivir un concierto de Queen alguna vez en la vida. Le siguió Bryan May con la guitarra acústica y el “love of my life”, y dejé que la música me llevase. Y la emoción. Fue un momento mágico. Único, personal y “transferible”.“The show must go on” me sacó de dicha ensoñación,  junto con los sones del “I want it all” y de la guitarra al cinto de Freddie, con el “crazy little thing called love” que antecedieron al esperado momento de la noche, “Bohemian Rapsody”.

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Hay que ser muy valiente para enfundarse el papel de Freddie Mercury en esa canción, y para vestirse de mujer, con peluca y jersey rosa a la sisa y cuello vuelto, y cantar el “I want to break free”. Hay que ser muy valiente. “Radio Ga ga”, y un Freddie con bandera española, y pecho descubierto, anuncia el final con sus representativos “We will rock”, “We are the champions” y un “Good save the Queen”, descafeinadísimo, que dio por cerrado el tributo. Y justo cuando iniciaba mi retirada, buscando un calificativo para lo vivido, lamentando  no escuchar mi canción positiva por antonomasia, “Don´t stop me now”, asomaron de nuevo al escenario para regalármela en forma de bises y además, contagiarme. Conectar.

 

Un tributo y un reconocimiento acertadísimo, un sincero acercamiento a lo maravilloso que debió ser haber vivido el sueño de verles alguna vez en la vida, en Wembley en el 86, en Montreal en 1981… Un poco de ese sueño me llevaba por obra de estos argentinos, junto con la satisfacción de sentir de alguna manera la magia de Queen y de Freddie Mercury, y la confirmación absoluta de que no hay nadie como él.Y encontré  los calificativos a lo vivido; valiente, irrepetible, mágico.. e inmortal.

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