En Labañou hay que ducharse con un ojo en el champú y el otro en la ventana, pues en cualquier momento puede aparecer la sombra de un extraño que desenjabona con la mirada.
Lo han cazado jugándose la vida colgado de una cornisa buscando cuerpos desnudos. Y cuando no mira, saquea los tendales, sin dejar una pinza aguantando un tanga, unas bragas o un sujetador, que es lo que le va. Le han puesto mote, capitán Braga, y cuentan los pocos que lo vieron que tiene unos 35 años, media melena, delgado y suele llevar una gorra. Será para que el sol no le moleste. Leer más
Fuente: La Voz de Galicia.