Prescindiendo del sonido mayormente sintetizado que se heredaba de los 80, The Sundays abrieron los 90 con un espíritu nostálgico y especial que capturaba a través de su aura desenvuelta de guitarras fluidas y una voz tan etérea como atmosférica.
Con su debut Reading, Writing And Arithmetic, el grupo británico alcanzó la máxima expresión de ese estilo. Donde queda en claro porqué presentaron, además de una canción que los identificaría perennemente, un trabajo impecablemente pensado y ejecutado.
“Here's Where The Story Ends”, el éxito en cuestión, fue un estupendo y pegadizo sencillo, cuyo merito constó en unir el fraseo placentero de la vocalista Harriet Wheeler con el ritmo insistente, pero ameno y sutil, de las guitarras de David Gavurin y compañía.
Fusión que, para la época, erigió más que una aparentemente simple melodía, una insuperable carta de presentación que resultaba casi adictiva. De todas formas, bastan pocas escuchas para apreciar aún cuán cohesiva y sólida es la totalidad realizada.
En ningún momento el álbum decae en pasajes lánguidos o sin vida ya que el temple enigmático que abre desde “Skin & Bones” se sostiene hasta el final. Algo que, aunque difícil de lograr para muchos otros grupos en sus debuts absolutos, fue ejecutado en aquella ocasión con asombrosa naturalidad.
Es que los británicos supieron a la perfección cómo enlazar a la imagen vulnerable de temas como “Can't Be Sure” un ulterior sentimiento victorioso o al menos conciliador, siempre por ese vaivén de guitarras y percusión intermitente que acompaña y hace sentir, más frágil o más firme al fino, pero elástico tono de Wheeler.
Así pudieron combinar en sus letras suficiente imaginería ambivalente. Y es interesante comprobarlo en ese juego de in/seguridad que dibuja la dupla Wheeler-Gavurin, donde el ánimo es siempre de refutación y, en cierto sentido, de autoestima en líneas como "Aunque ya no este seguro de lo que quiero, vendrá a mí más tarde"
Reading, Writing And Arithmetic todavía atrapa desde su melancolía y su inquieta y ascendente riqueza, tanto sonora como lírica. En el escaso repertorio de tres discos, de seguro representa el mejor paso de la banda. Y, lamentablemente, también uno de los últimos.