Los domingueros celebraron su décimo aniversario con su público.
Ni una sola entrada se quedó sin verder. Ésto es el mejor reflejo de que los toledanos, The Sunday Drivers atraviesan el mejor momento de su carrera. Jero y su banda entregaron todo a las 2.500 personas que llenaban hasta la bandera la sala madrileña, La Riviera. Era la primera vez que se enfrentaban solos a una sala tan grande en la capital (la anterior fué en la misma sala, pero acompañando a Wilco), pero eso no les hizo achicarse.
Pasaban pocos minutos de las diez de la noche y con “Hola (To See the Animals)” se abrió el repertorio, sin duda el mejor que les he escuchando en lo que llevan juntos. Temas como So What, I, Guerrilla, Smile… fueron cayendo uno detrás de otro, pero siempre prestando una especial atención a los temas que forman su cuarto y flamante último disco “The end of maiden trip”.
Tras éstas siguieron alternaron canciones de sus discos anteriores, destacando algunos hits como Do it, She, que el público agradeció y de que manera… Paranoid, una de las mayores joyas de éste concierto y de la discografía de los toledanos, marcó un antes y un después en la noche y es que no cabe duda que el sexteto ha ganado en confianza, tocan sin fisuras, diverten y se divierten y eso nos hace sentirnos cómodos.
Tras éstas entramos en un bloque de “va y vienes” que nos dieron una tregua para rellenar la cerveza que ya escaseaba. Cuando apenas recuperabamos posiciones My Plan puso punto y final al descanso, ya que el público gritó de nuevo como aún no lo habían hecho, fué uno de los puntos álgidos de la noche. Tras oir cual era su plan, el del público era seguir divirtiendose con Time, time, time y con On My Mind, que calentó una de las noches más frías del último mes.
Se notaba que estaba llegando el final y con ello menguaba la intensidad, Often, Only In The Dark Lights y su sentida versión de In My Life de The Beatles… sacaban el lado más folk de la banda. Todo ésto sucedió en el primero de los varios bises de los que pudimos disfrutar. El segundo nos dejó una versión acústica de la preciosa “Sing when you are happy”, y para terminar la banda al completo se subió de nuevo al escenario para interpretar su himno “Little heart attacks”… el público rozando el éxtasis no podían dejar que la banda se marchara y Jero entregadísimo volvió para ponerle la guinda al pastel, “Rainbows of colours”.
Con ésto, pusieron punto y final a casi dos horas de concierto, a una preciosa celebración de cumpleaños, a una noche para recordarlas y es que sin duda vimos a la que probablemente sea la mejor banda indie de nuestro país.