Nos visitaban los míticos Dwarves a Madrid para alegría de todos los que amamos el punk rock más crudo lleno de suciedad y es que los americanos desde los ochenta en que se formaron siguen al pié del cañón ofreciendo conciertos fantásticos y llenos de fuerza.
Poco importa que ante nosotros tuviéramos a una formación que ha sufrido cambios y que se presentaran sin el mítico guitarrista enmascarado Hewhocannotbenamed ya que demostraron que no es un obstáculo para perder su fuerza salvaje.
No podemos olvidarnos antes de hablar de The Dwarves de Vigilante Gitano, una banda madrileña en la que encontramos miembros de los míticos Suckin Dicks y ddt que salieron dispuestos a comerse a todos los reunidos que estaban expectantes por ver a los americanos. Los madrileños no se amedrentaron ante esto y dejaron un buen puñado de canciones herederas de la banda principal de la noche donde se da cita el punk rock más macarra y sucio junto a un punto de humor muy cabrón que me gusto mucho. Sin duda una aventura musical que desconocía y a la que no se puede perder de vista ya que calidad hay más que de sobra en el escenario.
A continuación salieron The Dwraves encadenando tema tras tema sin apenas dejar respiro a los que nos reuníamos allí. Venían presentando un su nuevo disco “The Dwarves are born again” y desde luego lo hicieron de maravilla aunque al final de la descarga hubiera caras de no conformidad por los 35 minutos escasos de estancia sobre el escenario.
Temas brutales como “Motherfucker”, “That´s rock and roll”o “everybody´s girl” valen su peso en oro cayendo con una intensidad tremenda como pocas veces hemos podido ver en la madrileña sala Gruta 77 sin olvidarnos de la interacción de los americanos con el público especialmente de su cantante Blas Dalia que iba acercando el micro para que cantaran junto a el desde abajo del escenario aquellos que estaban metidos en un pogo bestial.
Un set list formado por sus clásicos para mayor gusto de sus seguidores más acérrimos que no dejó impasible a nadie. Crudos, sucios y peligrosos, algo que últimamente no se ve con tanto punk de plástico y edulcorado que pisa grandes escenarios.
Foto: Javier Jimeno