24/7/10 Jardines de los viveros, Valencia.
Para terminar con los conciertos en los Jardines de Viveros de la Feria de Julio de Valencia se contó con los rockeros The Cult.
Una banda que ha pasado ya en varias ocasiones por la capital levantina y que parecen tener aquí una buena masa de fieles que nunca les fallan en sus visitas.
Una vez entramos en el agradable emplazamiento donde se iba ha realizar el show, esperamos la hora a la que se había fijado el comienzo. Y el caso es que tuvimos que esperar un poco más: tres cuartos de horas más hasta que por fin pudimos contar con la presencia de la banda de Ian Astbury sobre las tablas.
El pequeño mosqueo de algunos de los 6.000 reunidos debido a la larga espera se disipó con la aparición de Astbury y compañía. Ya estaba todo listo para una noche de Rock.
Con “Lil’ Devil” arrancó el recital para regocijo del público que comenzó a brincar al son de la guitarra de Billy Duffy. El tema acabó con Ian lanzando su pandereta al público; cosa que haría en más de una ocasión a lo largo de la noche.
Por cierto, que el señor Astbury estaba bastante fondón, con un físico que no tenía nada que ver con lo que era en la época del “Live Cult”, por ejemplo. Bueno, su voz tampoco era lo que fue. Ciertamente esta ha sido la primera ocasión en la que he asistido a un concierto de The Cult, pero por lo que he podido oír en su discografía y por lo que sé por viejos conocedores de la banda, parece que la época gloriosa de esta formación quedó ya en el pasado.
No obstante, cuando sonaron “Electric Ocean” o “The Phoenix” poco importó. La gente estaba allí con el firme propósito de disfrutar con una banda de leyenda que repasaría buena parte de las canciones que los han hecho populares entre varias generaciones. Esa es la gran baza que juega este grupo y por lo que muchos disfrutan sus shows.
“Rain” permitió ver cómo Billy Duffy se arrancaba con el mítico movimiento de brazo que protagonizaba la portada de “Sonic Temple” y que repetiría en casi cada tema del repertorio. Y hablando de ese disco, la siguiente fue “Sweet Soul Sister”, que arrancó del público unos coros que fueron calentando el ambiente de la noche valenciana.
Como decimos, la banda juega con el recuerdo de lo que ha sido en tiempos más pretéritos, pero oír cortes como el “Revolution” del “Love” por sus intérpretes originales no deja de ser una gozada.
John Tempesta, Mike Dimkitch y Chris Wyse completan la formación. De ellos decir que estuvieron bien, a la altura de lo que se podía esperar, aunque no será un concierto que pase a la historia ni nada de eso. Wyse estuvo un tanto estático y Dimkitch parecía moverse algo más.
El caso es que la sensación global del show sería bastante buena, mejor que si sumamos los logros individuales de cada componente durante la noche. Y eso era sin duda por lo que comentamos anteriormente: poder escuchar, por ejemplo, los singles “The Witch”, “I Assassin” o “Edie (Ciao Baby)” resultaba casi conmovedor. Más aún cuando llegaron temas más requeridos y deseados como “Sun King” y “Nirvana”, que nos remontaron más de 2 décadas en su discografía y nos recordaron los tiempos de cuando se fueron de gira junto a los hoy todopoderosos Metallica.
De ese modo transcurría el concierto, con poco descanso entre cada corte (que eso sí lo encuentro de agradecer) y sabiendo cómo mantener la tensión y la atención de la concurrencia. Imagino que aunque físicamente no se encuentren en su mejor momento, sí cuentan con la sobrada experiencia de los años sobre las tablas y el saber cómo sacarle todo el jugo a lo que saben hacer.
En canciones como “Spiritwalker”, “Rise” (17 años entre un tema y otro) o la más actual “Dirty Little Rockstar” pudieron demostrarlo.
Por lo que pude constatar entre alguno de los asistentes, parecía que según nos acercábamos a las primeras filas, el ambiente mejoraba y la complicidad con la banda era mayor. En posiciones más lejanas parece que la gente mantenía una condición más fría hacia los chicos de Astbury.
En cuanto al sonido, pues me temo que no fue el mejor que cabía esperar. Era un sitio abierto y la acústica era buena (al menos así resultó 6 días antes con la actuación de Deep Purple). No obstante hubo momentos con el sonido un poco saturado, aunque no diría que fuese algo que fastidiase la velada ni mucho menos (al menos en mi opinión).
La recta final del setlist lo representaban “Fire Woman”, “Wild Flower” y “Love Removal Machine”, para dejar un fin de fiesta con el sabor de finales de los ochenta del “Electric” y el “Sonic Temple”.
La banda salió del escenario y no tardó mucho en volver ante las rogativas de los fans reunidos en los Jardines de Viveros. Volvieron para interpretar tan sólo un bis. Una vuelta un tanto exigua, aunque, eso sí, para dejarnos una estupenda “She Sells Sanctuary”. Sin duda uno de los cortes más populares de The Cult.
¿Que hubiésemos agradecido más temas? Desde luego. ¿Que nos hubiese gustado más de hora y media de show? También. El caso es que eso es lo que hubo y, como decía, con sus virtudes y carencias, la banda intentó sacar toda la música de la que son capaces hoy por hoy.
Eso fue el concierto de una banda de leyenda en la Feria de Julio de Valencia.