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Standstill – Adelante Bonaparte

Poradmin

Sep 3, 2010
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El grupo barcelonés da un salto más en su carrera y vuelve con otra vuelta de tuerca: un disco conceptual y experimental tanto en la forma como en el fondo, un triple EP brillante y emocional con cientos de matices, colores, recuerdos, ideas y sentimientos. Como la vida misma.

 

Siempre consideré a Standstill un grupo sobrevalorado, especialmente por cierta parte de la crítica nacional. No acababa de llenarme ese rabioso hardcore post-punk con el que empezaron, ni me cautivaron cuando emigraban hacia un rock más intimista, experimental y con letras en español. Sin embargo, en este caso he de decir que me han sorprendido, y gratamente.

 

Porque si algo me provoca “Adelante Bonaparte” es emoción. Me emociono con el inquietante piano del prefacio “Todos de pie”, con los retazos y recortes de recuerdos de “La familia inventada” o de “Vida normal”, con la épica reconstrucción personal de “Adelante Bonaparte (I)”, con la intimidad de “Cobarde pecador” o de “Cuando ella toca el piano”, con el folk semidesnudo de “El resplandor” y de “Hay que parar”, con el cierre del círculo del epílogo “Canción sin fin” y, sobre todo, con la simplicidad, con la melodía sencilla, con el estribillo desentonado y con la conversación pueril entre un padre y un hijo de “Hombre araña”, auténtico monumento sonoro que no deja de conmoverme cada vez que lo escucho.

 

Porque Standstill están ante la que probablemente sea su mayor obra hasta el momento. Un disco imaginativo y lleno de vida, repleto de un sonoridad de pop indy y de un folk melódico y extraño, íntimo y visceral, construido con sensibilidad y capacidad de creación, tanto en los sonidos como en las palabras y en el concepto. Una especie de ópera pop dividida en tres actos y que cuenta los recuerdos, la depresión (o algo así) y el despertar de un cierto Bonaparte que, a pesar de su nombre, no parece tener mucho que ver con el revolucionario dictador francés. Tres momentos bien diferenciados tanto en el soporte (cada EP cubre cada una de ellos) como en lo musical, el primero mucho más luminoso y experimental, el segundo más acústico e intimista y el tercero deambulando entre una cierta alegría y una resaca emocional por todo lo vivido. Un disco largo tanto para lo bueno como para lo malo: lo bueno por la variedad de estilos, de arreglos y de canciones, nada menos que veinte, y lo malo porque se centra quizá en exceso, y sobre todo a partir de la segunda parte, en un folk que me resulta algo repetitivo y sin fuerza.

 

Sea como sea, este disco les distancia definitivamente de la furia y de la energía de sus comienzos y les confirma como uno de los baluartes del indy español, de la creatividad sonora, de la experimentación y de la emoción intimista. Conmovedores.

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