Instando a todo el mundo a que ocupasen su localidad comenzaba el espectáculo. Casi tres horas de concierto en las que no sólo se presentaron canciones de la Orquesta del Titanic, sino que también hubo tiempo para recordar otros éxitos como Algo personal, Princesa, Señora o Fiesta.
Fue un concierto ameno, que convierte en showman a estos dos cantautores que poseen una complicidad sobre el escenario que delata los años de amistad que llevan sobre sus espaldas. Hubo tiempo para las anécdotas, para las bromas y el recuerdo y, sobre todo, para dedicar a Chavela Vargas un adiós muy especial Por el boulevard de los sueños rotos.
El público estaba totalmente hipnotizado, cantando cada una de las letras que sonaban, daba igual la edad. La noche parecía que terminaba con Para la libertad, pero el aforo completo se unió en una sola voz para gritar alto y claro: “¡Ey Sabina, así no se termina!”, dando paso así a tres bises en los que el público seguía queriendo más. Ofrecieron un espectáculo con todas las letras y en mayúsculas, una auténtica fiesta de la que todo el mundo salió con una sonrisa dibujada y ganas de continuar.
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