Olor a tierra mojada, ambiente húmedo, nubes que hacían que a la Luna le fuera difícil guiarnos el camino hacia las puertas del Teatro Central de Sevilla hasta las que empezaron a acercarse los primeros seguidores de Quique González, una hora antes del concierto, acompañados de una suave brisa y unas gotas de agua.
La cola para entrar en la sala no parecía muy numerosa aunque si ansiosa de que abrieran las puertas para poder pillar un buen sitio desde el que ver bien la sonrisa, la mirada, muecas y todo gesto que acompañan a las canciones de este cantautor que pone en ellas todos sus sentidos. Pero a las 21,00h, antes de que apagaran las luces para dar comienzo al concierto, pude comprobar que no había asiento libre por donde quiera que mirara, ocupados por personas de distintas edades pero seguro que todos jóvenes de espíritu.
Y a la hora que estaba prevista pudimos dar una gran acogida a este músico madrileño y a su banda, que aparecieron sobre un escenario bastante sencillo, quizás algo oscuro, lo que facilitó un ambiente cálido y acogedor. Sólo una lámpara de pie y un perchero antiguo acompañaban a la variedad de guitarras que iban y venían y al resto de instrumentos.
Ataviado con chaqueta y sombrero empezó a deleitarnos con canciones de su nuevo disco de estudio “Avería y redención nº 7”, primer álbum que produce él mismo; entre ellas destacar “La vida lleva por caminos raros” y “Doble Fila”, ésta última sentado al piano, a las que siguieron temas como “ Lady Drama” muy aclamada por el público (después de presentar a la banda, Aristocracia del Barrio, de una manera informal y simpática, diferente a las presentaciones a las que estamos acostumbrados a ver), “Betty”, “Avería y redención”(al piano y después de juguetear con él como si de un coche se tratara, quizás ese coche en el que algunas veces hemos querido huir o por qué no un arranque de motor, motor para empezar a dejarte llevar por la locura interior que llevamos dentro y que a veces nos da miedo sacar a la luz), “Se equivocaban contigo”, “Me agarraste”, “Miss camiseta mojada”, “Polvo en el aire”, “Las gafas de Mike”(dedicada a Toni Jurado), por citar algunas del largo repertorio del que pudimos disfrutar, canciones todas ellas que cuentan historias cercanas, ya que con muchas de ellas nos habremos sentido identificados en algún momento de nuestras vidas; canciones de letras sencillas pero directas, unas melancólicas, profundas, otras que te hacen recordar sentimientos ya olvidados y otras que nos hubieran gustado que nos las hubieran susurrado muy suavemente al oido.
Después de dos horas, tras dos intentos de despedida, después de pedir un aplauso para sus buenos amigos Pereza, que en esos mismos momentos estaban tocando en la sevillana Sala Q, tras dar las gracias a todos los que han estado ahí siempre, a sus fieles seguidores (recalca que le hubiera gustado venir más a Sevilla), y posteriormente darnos con el gusto de escuchar “La Cajita de Música”, “Te lo dije” y “Aunque tu no lo sepas”( escuchada tantas veces de la voz de Enrique Urquijo), cogió sombrero y chaqueta y, me atrevería a decir que sin ganas, al igual que todos los que estábamos allí, abandonó el escenario este artista tan peculiar que utiliza el Rock como medio de expresión.
Texto y fotos: Maria del Carmen Moreno