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Quique González-Palacio de Congresos de Madrid

Poradmin

Abr 27, 2008
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                      Madrid 18-04-2008

 

Tras 6 meses de gira de presentación de su nuevo disco “Avería y redención#7”, Quique González por fin pasó por Madrid. Aunque ya había tocado en teatros de los alrededores (Leganés y Rivas) había una cierta expectación por verle. Además, el lugar elegido, el Palacio de Congresos, fue el mismo en el que, hace 2 años, Quique dio uno de los mejores conciertos que se le recuerdan en esta ciudad, un concierto lleno de fuerza y energía. Y las referencias que había sobre la gira eran muy positivas. Así que se esperaba un buen espectáculo.

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Como muestra de ello la respuesta del público fue llenar el Palacio con varios días de antelación al concierto. Además, muchas caras conocidas por las butacas: el futbolista Esteban Granero, Candy Avelló (bajista de Andrés Calamaro), Rebeca Jiménez y Carlos Raya… El escenario ya presentaba un aspecto interesante por su decoración: diversas luces de pie, las guitarras y los cachivaches de Javi Pedreira. Detrás suyo la batería de Karlos Aranzegui. A la derecha el bajo de Jacob Reguillón. Y después el piano con forma de Ford Capri que han tuneado a Quique, con todos sus detalles: el colgante de dados, los faros, el cambio de marchas, los retrovisores…. 

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Sin demasiada tardanza la banda hizo su aparición en escena, con Quique González, Fender en mano, atacando los acordes de Cuando éramos reyes, una de las piezas más roqueras de su repertorio. Una canción que incluyó en su primer disco y que poco a poco ha ido desapareciendo de su repertorio, a pesar de que sus fans, concierto tras concierto, se la pedían. Así que Quique, consciente de ello, decidió incluir de nuevo el tema, adaptándolo a las características de su banda, La Aristocracia del Barrio.  

Probablemente es ésta una de las mejores bandas que existen actualmente en el panorama español. Pedreira es un guitarrista con mucho carácter, y con una capacidad para realizar punteos que deja fascinado, aunque en ocasiones cae en los excesos y puede llegar a aburrir. Jacob, en cambio, es un bajista que pasa muy desapercibido (como el 80% de los bajistas) pero que aporta un sonido muy especial a la banda. Es el único miembro que lleva con Quique desde el principio, y es en esta gira en donde está mostrando todo de lo que es capaz. Por último, Karlos Arancegui es uno de los baterías que más sorprende en el panorama español por su forma de tocar, por su sutileza cuando la canción lo requiere, y su firmeza en los temas más roqueros. Por su parte Quique cada vez está más suelto en escena, más confiado en su voz y en sus movimientos, dejando la guitarra en algunas canciones y centrándose en la interpretación. Lo que se echa en falta es un teclista que dé más firmeza a los temas y que no haga tan lentos los espacios muertos entre canción y canción. No es que Quique sea mal teclista, pero el madrileño gana más cuando se centra en la guitarra y en cantar. Como dijo alguien del público “Quique es el Raúl de la música española: no es un 10 en nada pero es un 8 en todo”.

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La primera parte del concierto se centró en las canciones de su último disco, destacando las interpretaciones de “Avería y redención”, que acerca al madrileño al rock stoniano, “Pequeñas monedas y grandes mentiras”, otra de las piezas aceleradas del disco, a la que siempre se le va a echar en falta una estrofa más, y “Trucos fáciles para días duros”, que interpretaron con un punto pausado que sentó muy bien al tema. Es ése uno de los aspectos que más interesan de Quique y La Aristocracia del Barrio, su capacidad para remozar las canciones, darles un sentido nuevo cuando lo creen conveniente. También es relevante la capacidad de la banda de crear texturas sonoras, ambientes envolventes que inundaron el Palacio de Congresos, como en la bellísima “La cajita de música”, en la que Quique se jugó la voz y el falsete en cada estribillo, saliendo airoso de cada envite.  Poco a poco la banda fue recuperando temas de anteriores discos, como “Pequeño rock&roll”, muy aplaudida por el público, “73”, un tema de guitarras densas en el que Pedreira se movió como pez en el agua, “Kamikazes enamorados”, con Jacob y Karlos llevando el peso de la canción, “Bajo la lluvia”, muy cargado de electricidad, y “Miss camiseta mojada”, con la que el público se animó a bailar. 

Tras esta parte más movida el grupo pisó el freno, saliendo Quique en solitario a interpretar “La luna debajo del brazo”, un tema que no entró en el último disco y que remite a la sensibilidad y a la belleza de canciones como “Salitre”.  Y para la última parte del concierto el grupo reservó varias sorpresas: primero la aparición en escena de Rebeca Jiménez (momento rosa del concierto) que bordó “De haberlo sabido”. Después subió Tony Jurado, batería fiel a González en todas sus giras, que añadió percusiones a “La ciudad del viento”.

Y para terminar hizo acto de presencia Carlos Raya, productor y guitarrista de todos los disco de Quique, excepto el último, que se sumó a la fiesta con “Salitre” y “Las gafas de Mike”. En ese momento algunos miembros del público, con un nivel de alcohol en el cuerpo bastante apreciable, decidieron saltarse las mínimas medidas de seguridad de la sala (es decir, tres guardias de seguridad entrados en años y carnes) y acercarse a su ídolo, convirtiéndose aquello en un espectáculo bizarro que podría haber redactado Azcona y filmado Berlanga. Con las “fuerzas” de seguridad tratando de restablecer el orden la banda terminó el concierto con “Vidas cruzadas”, con el público entregado, y un poco exhausto, tras más de dos horas de concierto.  

Triunfó el madrileño, pero sin la espectacularidad de otras actuaciones en su ciudad. Igualito que su Real Madrid.

 

 

Fotos: Nuria Aguilar

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