Publicada en 1973, y grabada en los míticos estudios Abbey Road, bajo la batuta de uno de los más grandes ingenieros de sonido de todos los tiempos, Alan Parson, fue un antes y un después en las técnicas de grabación y las de producción, entre otras muchas cosas. Por ejemplo, se usaron sintetizadores por primera vez.
Los cuatro miembros de la banda, ya sin Syd Barret, quien se vio obligado a desvincularse de la misma víctima de graves problemas mentales, y así, dar protagonismo a la famosa canción “Wish you were here”, se dejaron llevar por la libertad de la creación y la experimentación musical, con la genialidad incuestionable de Roger Waters, quien fue el autor de casi todas las letras. Fusionaron el rock, el blues y la recién nacida música electrónica, dando forma a una amalgama de sonidos diferentes, variados y desconocidos, como la maravillosa transformación del haz de luz en el arco iris.
La locura, el paso del tiempo, la muerte, la guerra, el dinero o el amor, son los temas comunes, acompañados de sonidos habituales e impensables para convertirlos en música; gritos, relojes, aviones, risas, monedas…
Cada canción, refleja un estado de ánimo. La empatía, la locura, el sentido de la vida, la libertad del ser humano dentro de su propia vida, la naturaleza humana o la pasión, están presentes tras la cara oculta de la luna. Es curioso, pero el disco empieza y termina con latidos del corazón, y eso, ya es significativo.
Lo abre “Speak to me”. Alan Parson repetía esa palabra, “Háblame”, probando el sonido y se usó como única voz dentro de un tema puramente instrumental. Le sigue “Breathe”. Ya son palabras mayores; “Respira”; una manera de detenerse, mirar atrás, tomar aire y reflexionar sobre tu propia vida; la letra habla de personas que vagan por su propia vida sin saber a dónde van.
“On the run”, la primera canción electrónica de la historia, el primer tema donde se usaron sintetizadores. Uno de los componentes, Wright, tenía pánico a volar en avión y en ella, reflejan estrés, pánico y ansiedad. La guitarra de Gilmour imitaba a las turbinas, como dato curioso. Le sigue uno de los éxitos comerciales más significativos del disco, “Time”. Alan Parson entró en una tienda de antigüedades cercana a los estudios de Abbey Road y grabó los sonidos de los relojes, los cuales abren esta canción que habla del paso del tiempo, quien va llevándose tristezas y satisfacciones, y de la necesidad de no desperdiciarlo en vanalidades. El solo de guitarra de Gilmour es uno de los cien mejores solos de la historia de la música.
“The great gig in the sky”, (El gran concierto del cielo) es mi canción de este disco. Pura tristeza, puro miedo a la muerte. A la voz encargada de poner los coros, Clare Torry, se le aconsejó que pensara en algo horrible al cantar, y el resultado no pudo ser más adecuado. Una voz grave de hombre lo inicia, es el portero del estudio de grabación quien dice;
"And I am not frightened of dying, any time will do I don't mind. Why should I be frightened of dying, there's no reason for it you've got to go some time"
Que viene a decir más o menos que no debemos tener miedo a morir, que en cualquier momento puede ocurrir y no importa, ya que todos tenemos que irnos en algún momento.
“Money”, otra de las más conocidas del disco, es la que abre la cara B. Empieza con el sonido de una registradora y las monedas; un canto a la avaricia y al consumo. Otro de los éxitos comerciales del disco, y uno de los grandes nombres de la historia de la música.
Le sigue “Us and Them”, una canción lenta que habla sobre la complejidad de las relaciones humanas; tranquila, intensa, imprescindible, fundamental, una joya de casi ocho minutos de duración, con dos solos de saxo absolutamente maravillosos y un patrón de acordes con influencias jazzísticas completamente inusuales en el rock de la época. Poco a poco nos vamos dando cuenta de la obra maestra de la música que estamos escuchando.
“Any colour you like”, es una mezcla entre rock progresivo y espacial, un paseo musical mientras la oyes entre melodías psicodélicas e instrumentales. Una clase maestra del uso de sintetizadores por Wright. “Brain damage”, le sigue. Un tema “breve” de casi cuatro minutos que quizás sea la que más representa la locura de Syd Barret. Se mezcla con la que cierra el álbum, “Eclipse”, de manera que parece una misma canción.
“The Dark Side of the Moon” fue un éxito absoluto, tanto de ventas, (más de cincuenta millones de copias) como de crítica y aceptación. En las listas permaneció más de quince años, siendo así el álbum que más tiempo ha permanecido en listas de la historia. Y llegados a este extremo, ya no sabemos donde estamos, si en la cara vista o en la oculta de la luna. Con discos como éste, uno ama la música apasionadamente y la utiliza como herramienta liberalizadora; consigue que al cerrar los ojos, nos dejemos llevar por la magia de la música, como el haz de luz al atravesar el prisma, que se convierte en el arco iris. Un disco imprescindible, incluso cuarenta años después.