Actitud y descaro la de Perro que nos dejaron con ganas de volver a verles; en sala su propuesta debe ser aún más potente. Esperaremos al otoño.

El “plato fuerte” de la jornada eran Nudozurdo que, aunque no tengan material nuevo desde su Ep “Ultrapresión” (2012), siguen levantando expectación en directo, sin duda trabajo del “boca-oreja”de un público que suele salir encantado del directo de Leo y los suyos. Sin embargo, no tuvieron su mejor noche en Sevilla: problemas de sonido afectaron a gran parte del concierto, que tan solo empezó a sonar estupendamente para cuando ya solo quedaban un par de canciones. Incluso la normalmente infalible El hijo de Dios sonó enmarañada, sin “chicha”, hasta tal punto que el propio Leo, consciente de la situación, llegó a decir que “si queréis, la volvemos a tocar después”. Por lo demás, la base rítmica que forman Meta y Josechu sigue siendo la piedra angular del sonido de nudozurdo; sobre esa base, la guitarra de Leo pinta arabescos en el aire (como me comentaba alguien en la barra del bar, “toca tan bien y suena tan limpio todo”) mientras su voz deforma, retuerce y reconstruye el cancionero de la banda.

Pese a todo, siempre se disfrutan canciones como Dentro de él, Prometo hacerte daño, ha sido divertido o Mil espejos, Negativo, canciones repartidas todas ellas en los muy apreciables tres discos de la banda. No fue su mejor concierto, pero aún así siguen siendo una gran banda de directo.

Cerraba la noche Meneo y, sinceramente, no se cómo describir lo que allí vimos: una mezcla entre concierto descacharrante y “show” humorístico de gran impacto inicial aunque la gracia iba decayendo con el paso del tiempo.

Disparando ritmos desde un pequeño aparato y “cantando” sobre esas bases, Meneo logró atraer la atención de los que aún aguantaban en el CAAC; otros, pensando en ese despertador que sonaría a las 6.30 de la mañana, enfilábamos la salida. Al parecer, nos perdimos lo mejor (o peor, según se mire…)