Reconozco que OK Go no está entre los grupos que más adoro. Su mezcla de pop y funky, bailable y divertido, me gusta, pero no me exalta. Sin embargo, cada vez que aparece un nuevo video del cuarteto me digo que es imposible superarlo. Y, puntualmente, me equivoco.
Los primeros que me sorprendieron fueron los de los singles “A million ways” y “Here it goes again”, de su álbum “Oh, no”, un par de coreografías tremendas rodadas en plano secuencia (es decir, en tiempo real y sin cambiar de cámara) que impresionaban por su gracia y precisión.
Con su disco de 2010 “Of the blue color of the sky” llegaron llegaron performances más complejas, como la tecnológica “WTF” o los dos vídeos distintos de “This too shall pass”, uno rodado con música en vivo en plan orquesta americana y otro de una dificultad realmente alucinante.
Y cuando pensaba que ya no se podía hacer mejor hicieron el increíble “End love”, realizado -supuestamente- en más 24 horas consecutivas de rodaje sin cortes y el último, más sencillo y espontáneo, pero de una dificultad animal. Por favor, no os perdáis “White knuckles”.