Viernes Santo en Meliana (junto a Valencia capital). No parece mal día para un concierto de Death Metal, ¿verdad? Así lo debía pensar la gente de la Durango Club al ver el gentío que se reunía para disfrutar de lo que se preveía una noche demoledora de música extrema.
Bajo el nombre de Metal Chainsaw Massacre Tour se presentaban en la sala Pathology, Grave y Obituary; nada menos.
Bueno, los primeros quizás no, pero los dos últimos son auténticos pesos pesados de la historia del Death Metal. Auténticas leyendas vivas dentro del género, aunque cada uno a su manera.
Antes de continuar quería advertir que es probable que esta crónica no resulte muy objetiva, en particular en lo que a la actuación de Obituary se refiere. Sin duda es una de mis bandas predilectas y de las que más he escuchado desde que sacaran aquel “Cause Of Death” en el 90 y se convirtieran en un pilar esencial del género y de lo que se dio por llamar sonido Tampa. Pero intentaré ser ecuánime con lo bueno y lo malo, que, aunque poco, también lo hubo. Ahí vamos.
En cuanto a Pathology, pues decir que no puedo hablar de ellos porque no los vi. En mi exasperante costumbre de perderme la primera vez que voy a un sitio que no conozco, llegué tarde a su actuación. Lo lamenté porque oí luego por la sala que estuvieron muy bien y que fue todo un espectáculo ver cómo el joven frontman de la banda, Jonathan Huber, se desenvolvía sobre el escenario. En fin, otra vez será.
El caso es que cuando entré y mientras los Grave probaban el sonido, aproveché para echarle un vistazo a esta Sala Durango Club (ya digo que no la conocía) para ver que era un sitio francamente acogedor. No muy grande pero con una distribución ideal para disfrutar de un concierto mientras te tomas una copa tranquila… o agitadamente. Ah, y muy bien la decoración.
Pero vamos ya al cotarro. Grave. Desde Suecia, con casi un cuarto de siglo de vida como banda y cuatro lustros sacando discos. Quien no los conociera es que pasaba por la sala de casualidad.
Si hacía unos días se habían pasado por la próxima localidad de Aldaia sus compatriotas Entombed, ahora era Grave quien reivindicaba su lugar en el panteón del Death Metal sueco. Sí, quizás no tan nombrados como la banda de L.G. Petrov y Alex Hellid, pero con discos como “Into The Grave”, de los que también crean escuela.
Sobre el escenario (y delante de una bandera sueca que colgaba de un bafle y reproducía una cruz invertida) encontramos a Ola Lindgren en la guitarra y voz. Único miembro original y dueño, al fin y al cabo, de la banda. A su izquierda andaba Mika Lagreen (de Facebreaker) con la lead guitar, como sustituto de última hora de Magnus Martinsson. A su derecha, el también Dismember Tobias Christiansson con el bajo. Y tras ellos, Ronnie Bergerståhl en las baquetas. Por cierto, no es que me desagradara ver a Tobias como bajista, ni mucho menos, pero echaba en falta a Fredrik Isaakson. Tuve la oportunidad de coincidir con él en alguno de los conciertos de Grave en los que he estado y me parecía un tipo bastante simpático. Eso aparte de que llevaba una década en la banda. Pero así están las cosas.
El caso es que se arrancaron desde primera hora con un sonido acojonante, toda una lección de genuino Death Metal de la vieja escuela europea que se fue desgranando en un setlist sin desperdicio. Todo ello con sus matices entre unos y otros temas, eso sí, para hacer un repaso a una parte de su discografía. Sólo a una parte porque se centraron en los tres primeros y en el último disco. No había tiempo para más.
Así pudimos oír canciones con una esencia muy, muy clásica en cuanto a Death Metal se refiere. También momentos de ritmos profundos y densos o tramos donde simple y llanamente era una descarga atronadora de violencia sonora que provocaba continuos mosh-pits que se agitaban al son de la gutural voz de Ola y la música de sus secuaces.
Mika estuvo soberbio, al menos para ser un recién llegado a la banda. Y no sólo en cuanto a su labor a cargo de la guitarra, sino que también mantuvo una continua pose durante todo el rato entre desafiante y cercano (todo lo cercano que puede ser un sueco) con el público. Me dio la impresión de que era un tipo con tablas.
Por su parte, el espigado Tobias contó con momentos donde el bajo se hizo muy fuerte y pudo hacerse valer frente al resto de la formación. Y Ronnie… ¡demoledor!
La banda sonó bastante bien. Supongo que hay que agradecérselo al técnico que iba con ellos y a la propia sala, si bien es cierto que en las inmediaciones del escenario había más distorsión (cosa normal si tenemos en cuenta que las columnas estaban literalmente al alcance de la mano).
Todo ello era producto de alternar cortes del “Into The Grave” como “Hating Life”, con otros del “You’ll Never See…” como la canción homónima y con algunos del más reciente “Burial Ground” como “Dismembered Mind” o “Liberation”. También creo recordar que hubo alguna concesión al “Soulless” en forma de “Bullets Are Mine”.
Una sucesión de momentos álgidos y sabor añejo donde en instantes me llegaban a evocar a los Benediction del “Subconcious Terror”. Supongo que algo parecido le pasaba a más de un aficionado porque se veía a mucha alma exaltada frente al escenario. Headbanging por doquier y más de uno que saltó a la tarima para hacerse notar. Uno incluso se pidió el micro mientras la banda cambiaba de canción y recibió el “consejo” de Ola en un sonoro “Get off the fucking stage! O.k.?!” bastante inapelable.
Así pues, el resultado fue un concierto muy provechoso con el que deleitaron a la concurrencia. Y más aún cuando remataron con “Into The Grave”, como no podía ser de otro modo. Incluso Ralph Santolla (que andaba por aquí y por allá en la sala junto a Trevor Peres) tuvo la ocurrencia de montarse él también sobre el escenario para encenderle un cigarrillo a Ola mientras éste tocaba la guitarra (obviemos incompatibilidades con la ley…) y para empujar a uno de los espontáneos que se acababa de subir a la tarima, de tal suerte que casi lo estrella contra el suelo… En fin, las cosas de Ralph.
Y tras un descanso para cambiar por completo el set de batería y probar los instrumentos, llegaba la hora del plato principal: carne muy muerta y muy cruda. Obituary.
Como decía, los de Florida son uno de mis grupos favoritos y desde que volvieron a tocar en Europa allá por el 2.005 vengo viéndolos una vez por año, más o menos. Y si la expectación ya no es la de la primera vez, tampoco decae mucho, la verdad. Lo sigo flipando con ellos.
El arranque a base del “Redneck Stomp” presagiaba eso precisamente, que estos Redneck (estadounidenses del sudeste (zona confederada)) pisotearían a quien se pusiera por delante. Es una intro fenomenal para calentar el ambiente y en la que John Tardy se preparó haciendo estiramientos hasta que llegó su hora de saltar a la palestra en “On The Floor”.
La gente estaba animada con Trevor (Peres), Ralph (Santolla), Donald (Tardy) y Terry (Butler) sobre el stage, pero la excitación llegó cuando apareció el otro Tardy. Y es curioso porque John no es que sea un showman ni la alegría de la huerta precisamente. Da la sensación incluso de timidez sobre el escenario, pero sí tiene una cosa casi, por no decir inigualable: una voz extraordinariamente personal. Personal y fascinante, diría yo además.
“On The Floor” es ese temazo que aparece en el “Frozen In Time” del 2.005 y que pega a la primera cuando lo oyes en directo, casi más aún que en el disco. Pero eso se quedó en poco cuando empezaron los acordes de la siguiente “Chopped In Half”. Aquí sobraban las presentaciones y todo lo demás. Probablemente el segundo tema más conocido (y solicitado) de Obituary y que en la gira de hace un par de años decidieron no incluir en el setlist de manera casi incomprensible. Pero bueno, ahí estaba ahora, con John esputando sus frases y la banda directamente volcada en tocar su genuino Death Metal. Ni decir tiene de la concurrencia, con los espectadores menos pacientes intentando subir al escenario y siendo placados sistemáticamente por la seguridad. Incluso Jonathan Huber de Pathology se tiró de cabeza desde el escenario al público en el stage-surf más brutal que he visto.
El repaso al “Cause Of Death” (con lo que yo estaba encantado) continuaría con “Turned Inside Out”, “Dying” (¡vaya temazo!) y “Find The Arise”. Sencillamente genial. Alto octanaje para el arranque que hizo rápidamente combustión entre el público que mosheó a base de bien.
En cuanto a la formación, Trevor no es que destacara excesivamente sobre el escenario (excepto por la prominente barba al estilo sureño), pero resultó igual de solvente en la guitarra como acostumbra. Desde luego, no había nada que reprocharle.
Terry, por su parte, se hizo bien con las líneas del bajo; un instrumento que resulta muy relevante en el Death Metal profundo de Obituary. Realmente no debería tener problemas con este sonido cuando proviene de los Groove Death Six Feet Under de Chris Barnes. Así pues acabó dejando los SFU (no sé si harto de ver cómo el bueno de Chris destrozaba clásicos del metal en sus “Graveyard Classics”) para sustituir a Frank Watkins, que anda pintándose la cara en Gorgoroth.
Sobresaliente en los ritmos Donald, dominando una batería que también resulta tan importante. De hecho con un estilo muy marcado y característico. De ello dio constancia en el solo que se marcó más adelante para arrancar los bises.
John, tal y como decía, parecía no querer el protagonismo que el público le imponía. Sino más bien hacía su trabajo entonando las letras desgarradas con su genuina e incomparable voz, sin mayores alardes. No era muy dinámico sobre las tablas pero ni falta que hacía, más allá de unos buenos meneos de sus greñas y en alguna canción donde apoyó a su hermano en la batería, que sonó por instantes a cuatro manos.
Y para el final he dejado a Ralph porque, sin duda, fue quien más llamó la atención. Si durante la actuación de los previos anduvo por toda la sala haciéndose notar entre el público, sobre el escenario no sería menos, por supuesto. Se marcó toda la actuación con pintas de… bueno, digamos que si cogiera un coche y le hicieran un control, perdería muchos puntos…
En el arranque de la actuación, con bastantes “espontáneos” intentando asaltar el escenario, él mismo se ocupó de rechazar a los que lo intentaban por su flanco. ¡Y sin dejar de tocar! Todo un espectáculo. Luego no paró de hacer muecas y gestos a quienes desde la pista le decían algo y siendo el que más paseó por un escenario no muy grande. Incluso fue el que dijo la última palabra antes de que la banda se retirara. Fue un “¡Viva España!” que hizo más gracia que otra cosa.
Anécdotas aparte, Ralph estuvo excelente en toda la actuación. Incluso en los solos de guitarra donde se le vio muy enchufado, a pesar de todo. Todo un personaje el señor Santolla, ¿verdad?
El setlist dio paso al último disco de Obituary “Darkest Day” con “List Of Dead” y “Blood To Give”. Me dio la sensación de que quizás fueron los temas que menos funcionaron (tal vez por ser más recientes), aunque nada demasiado reseñable.
Luego “Threatening Skies” y “By The Light” representaron al “Back From The Dead”, manteniendo la gran intensidad creada. Unos cortes sensacionales para directo, con mucha agresividad y ritmo trepidante.
Aquí aprovecharé para comentar el punto menos afortunado de la actuación de los de Florida. Y es que los parones que hacen entre un tema y otro son demasiado largos, demasiado cortantes y demasiado silenciosos. Pareciera que desenchufan los instrumentos durante un minuto para volver a conectarlos en el tema siguiente. Me temo que Obituary ya lo hace así por defecto desde hace años y la cosa no cambia.
Es una pena porque esto hace que el concierto sea (como dice un amigo) “correoso”, resbaladizo. Cuando parece que lo tienes bien enganchado, se te acaba escapando entre los dedos. La tensión tan lograda durante las canciones se va perdiendo por segundos en esos momentos de pausa. Pero esto es así y así lo contamos.
También se marcaron “Dethroned Emperor”, un nuevo tributo que la banda le hizo a Celtic Frost en aquel “Left To Die EP” de 2.008 y que, como va siendo costumbre, incluyen en los directos desde entonces. En mi humilde opinión y puestos a elegir, prefiero mucho antes el “Cyrcle Of The Tyrants”, pero los que eligen son ellos.
“The End Complete” y “Final Thoughts” continuaron con el gran ambiente creado en la sala, con el moshing y con la banda rayando a gran nivel. Excelente batería, excelente Ralph, excelente todo. Creo que todo el mundo pudo disfrutar de un show a la altura de lo que se espera de una gran banda.
El final lo puso “Contrast Of Dead”, dejando al público con ganas de más y el ansia de que volvieran pronto sobre el escenario. 5 minutos escasos hubo que esperar para ver a Donald subir en primer lugar y hacer su “Drum Solo”. Interesante, aunque no soy muy amigo de este tipo de historias (los solos). Más bien me encontraba a la espera de la siguiente canción. Con toda la formación de vuelta, esta fue “Slow Death”, continuada por “Evil Ways”, manteniendo la cota del resto de la noche.
Por supuesto, el remate no podía ser otra que “Slowly We Rot”, que fue pedida reiteradamente según avanzaba el concierto, en un contradictorio interés por que el concierto no acabara y por oír este auténtico himno de Obituary.
Pues bien, al llegar el turno de único corte del primer disco, se desaforó toda la energía aún retenida y el público enloqueció durante los cuatro minutos escasos que dura. Demoledor.
Así acabó la noche, con la banda repartiendo saludos entre los asistentes y agradeciendo la gran acogida por su parte. Luego, de nuevo, fueron Ralph y Trevor quienes salieron a seguir alternando con quien les pidió una foto o quiso charlar un poco con ellos.
En fin, gran noche de música extrema, con bandas de primer nivel dándonos una alternativa a las actividades propias de la Semana Santa.
Nos vemos en la próxima.
Salud!