Qué afortunados los vecinos de Arahal, unos casi veinte mil habitantes, de disponer en su localidad de un teatro con tan buenas condiciones estructurales y de sonido como el que tienen, al que poder invitar artistas del talento de los O Sister!
El pasado viernes 12 de mayo, el grupo sevillano que lleva el swing por bandera presentaba allí su último disco, “Stompin in joy”, en el municipio sevillano. “Stompin in joy” es el tercer disco de los hermanos Padilla (Paula y Marcos), Helena Amado, las voces de O Sister!; y Matías Comino (guitarra y banjo), Camilo Bosso (contrabajo) y Pablo Cabra (batería y su peculiar tabla de lavar percutiva). En él han incluido por primera vez en su carrera, que dura ya como grupo nueve años, sus primeras composiciones propias, manteniendo el sello de la casa de homenaje al swing, al dixieland con acento de Nueva Orleans (ciudad hasta donde las aventuras musicales llevaron a O Sister!) y al jazz más popular de las primeras décadas del siglo pasado.
El público arahalense pudo disfrutar de algunos de los nuevos temas como la desenfadada “Please, Don´t Talk Me Before My Morning Coffee”, historias de bebés que lloran en mitad de la noche con “The Baby Rag”, experimentos fantasiosos como el de “I Wish Were Twins”, odas a la tierra en la que nació este sonido con “I Fell in Love With New Orleans”, la juguetona “You-Die-Ee-Oo-Dee-Oo” o la reivindicativa “Keep Your Head Up, Sister”.
A estas canciones se unieron temas de los anteriores discos como “Shout, Sister, Shout!”, “Heebie Jeebies”, “The Skeleton in the Closet” y “Ol’ Man Mose”, el tenebroso (¿o no tanto?) cuento infantil del viejo Mose con el que hacer cantar a todo el auditorio su fantasmagórico estribillo para cerrar una noche mágica, de esas que te transportan duran algo más de hora y media a otro mundo, a otro tiempo, a otra vida.
O Sister!, con The Boswell Sisters como sus principales referentes, es uno de esos grupos refrescantes que te salvan el día, te revitalizan con la sencillez y la luminosidad de su mensaje positivo, con su retorno a los años veinte del siglo pasado, con su desparpajo y su zapateo de alegría, como un bálsamo impagable de sonidos retro. Un directo infalible, dinámico, espontáneo, divertido y participativo, con un sonido propio bien marcado, una puesta en escena impecable y una sonrisa entallada en la solapa.
Fotografías Antonio Andrés