“Buenas noches Sevilla, hoy jugamos en casa, pero jugamos siempre al manquepierda” fueron las palabras con las que el bético Raúl Rodríguez, músico y antropólogo, hijo de la Martirio, abría el pasado sábado su concierto en las noches del Nocturama. Con una buena entrada para ver el doble show de éste y de la Canalla, las primeras notas del tres flamenco de Raúl comenzaban a sonar. Acompañado de guitarra (Carlos Más), bajo (Guillem Aguilar) y batería (Pablo Martin Jons), trajo su son a Sevilla, son mestizo y flamenco, tan de la Habana como de Triana, con aromas de ambas orillas del atlántico.
Sonaron las canciones de su disco “Razón de Son”, “Llévame a la Mar”, “El Negro Curro”, “La caña”… y algún que otro homenaje al folklore cubano. Canciones con sabor añejo, con amagos de blues, con raíz, con una lírica y una métrica típica folklórica como la décima. Todos los temas precedidos por la introducción del músico, cuyas explicaciones ilustraban el contexto de la canción, cómo surgía la composición y las dificultades que ésta presentaba… siendo dichas explicaciones, por sí solas, merecedoras del aplauso del público, como si de una propia canción se tratara.
Raúl Rodríguez cerró su hora y veinte de concierto con las muy celebradas por el público “Razón de Son”; “Con la guitarra en blanco”, cuyos primeros versos nacieron, tal como contó Raúl, durante una charla con Kiko Veneno, y finalmente la muy venenosa blueslería “Si supiera”, que dedicó a los músicos sevillanos y, especialmente, a Pata Negra: Raimundo y Rafael Amador. Enorme éxito para el músico, que abandonó el escenario con un público en pie que aún quería más.
Tras un breve descanso, que los operarios de sonido utilizaron para adecuar el escenario y los instrumentos a los músicos siguientes, aparecía en el escenario La Canalla. ¿Cómo se podría definir a la Canalla? Complicado. La Canalla es un grupo de jazz, de copla, de tango, de swing, de bolero… un conjunto de músicos de calle y de mundo. Un grupo que bebe de Carlos Cano, de Goyeneche, de Machín, de Frank Sinatra, de Robert Johnson y hasta de Les Luthiers, y como no, también bebe de “El bar nuestro de cada día”, su segundo disco de estudio, que presentan durante esta gira. Encabezados por el carismático cantante y compositor Antonio Romero “Chipi,” el grupo lo forma Javier Galiana al piano, José Benítez a la batería, Julián Sánchez en la trompeta y otros menesteres, José López al contrabajo y la corista Vicky Luna.
Tampoco faltaron canciones de su primer disco “Flores y malas hierbas”, como el “Tango del tirao”, “Mia Ragazza”, “El infinito universo de las cosas”, “Enganchaita de mi vida”… todas coreadas por el público. “Chipi” hacía reír al público con sus monólogos entre canción y canción. Sonó “La princesa Bamako”, y el blues “Canasto y algodón”, interpretado terriblemente bien por Vicky Luna.
Al final del concierto, Raúl Rodríguez volvía al escenario para tocar con la Canalla la sabrosa “Malandro Limón”, entonces, todo era una fiesta. Con un aplauso atronador, el público despedía a aquellos excelentes músicos que les había levantado del césped del CAAC para ponerlos a bailar. Tras un primer abandono del escenario, aún quedaría tiempo para un vis, el swing “Tes quiero mai lof”. Valga la redundancia: todo era una fiesta. Improvisación de los músicos en el escenario, el público entregado y la escuela de danza de Samuel Rigall bailando frente al escenario.
Así se cerraba esta noche tremenda de son canalla en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla.
FOTOGRAFÍAS: Antonio Andrés Arispón Paco