»¿A quién tengo que darle las gracias por haberte roto el corazón?» es sin duda el comentario más acertado que he leído acerca del último lanzamiento de Natalia Lafourcade, que junto a Mujer Divina(2012) su homenaje particular al repertorio de Agustín Lara son las dos máximas joyas que hasta el momento sobresalen de la carrera musical de la mexicana.
Abran sus oídos ante »Hasta la raíz» el disco que hará que pienses »ojalá tuviera roto el corazón para disfrutar aún más de esta maravilla»
Hasta la raíz, el último disco de la cantautora Natalia Lafourcade suena a Atardecer de un verano tórrido .
Sigue haciendo calor, sigue entrando el sol gracias a la atmósfera tropical que envuelve todo el álbum que se hunde justo en eso, en las raíces de México.
Sin embargo ver como el sol se pone, como la noche se acerca y con ello la muerte de un día más, lo vuelve todo oscuro y hace aflorar el recuerdo de los pasos más tristes de nuestro camino existencial.
Y bailando entre sensaciones encontradas se viaja por este LP , que por momentos puede abrazarte y por otros pisarte los pies.
El disco se abre con Hasta la raíz, canción que se disfraza de Haiku selvático y que tiene vocación de caminante, es imposible no sentir estar avanzando, a través de su ritmo contundente, entre lianas y animales por una senda arriesgada pero con la determinación de una amazona.
La letra es un conjuro chámanico de incendios y cenizas que llevar sobre los hombros e impregnados en la palma de los pies.
Mi lugar favorito parece una de esas canción simple a primera escucha pero esconde más de lo que parece mostrar, unos arreglos increíbles que consiguen una atmósfera soleada, siendo la pieza más alegre del total con una ternura y un colorido de entrañable pop electronizado.
Antes de Huir es una canción que se disfraza de acróbata, parece flotar en el aire, parece no pesar nada, y dejarnos en un estado etéreo sin embargo esta nube sonora esconde en sus plumas una espada afilada que nos habla de un bucle vital, del resurgir agónico desde las propias cenizas.
Obra existencialista con ciertos trazos orientales en su melodía.
Es adictiva la elegancia y la cinematografía de Ya no te puedo querer, parece sacada de una película de mafiosos: sobriedad, planos en blanco y negro, La femme fatale soltando un discurso poético y sentencioso que acaban explotando en el estribillo, bailable pero oscuro, verdaderamente irresistible y con acertados toques de la música disco más elitista.
Para qué sufrir, suena a lluvia su ambiente melancólico con toques tropicales nos deja una visión de la inutilidad del sufrimiento y el valor de la felicidad vivida que nos deja con un buen sabor de boca.
Nunca es suficiente y Te Quiero Ver aportan las últimas pinceladas de color y de música ligera del álbum, con algún que toque swing, algún momento bailable y la sensación de estar escuchando a Jeannette.
Vámonos Negrito recupera el espíritu de Chavela Vargas y corona a Lafourcade como su heredera más digna, su voz crece en una canción a medio camino entre la música tribal y la contundencia de las cantantes del período entre guerras
Palomas Blancas desentona con el conjunto, demasiado melosa, no concuerda con el espíritu del resto de las canciones, aunque si nos encontramos en un día extremadamente sentimentaloide puede resultarnos una gran aliada.
Lo que construimos tampoco es uno de los momentos álgidos del álbum pero nos demuestra cómo el mejor modo para que una canción de desamor no nos provoque tendencias suicidas es combinarlo con suaves sonidos tropicales y volátiles.
Estoy Lista y No más llorar es el tandém que cierra Hasta la raíz, donde la voz de Lafourcade apenas tiene acompañamientos, se muestra casi desnuda para mostrarnos la luz que se encuentra después de atravesar la oscuridad. Si comenzábamos diciendo que este disco era como una atardecer, nada más oportuno que acabar así, dando la bienvenida al amanecer de un nuevo día.