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Musiqueando con… Capitán Cobarde

Poradmin

Mar 23, 2015

Sentarse al lado de Albertucho es sentarse al lado de un hombre de la calle, de un amigo que podrías haber hecho 5 minutos atrás, del que te podrías sentir cerca tan solo por ser paisano (en una ciudad de más de 600.000 habitantes). Así es Albertucho, sencillo como “un tipo al que le gusta la música”, y sobre todo así es el Capitán Cobarde. El viernes pudimos hablar con él antes de su concierto en la Sala Malandar con el que, junto a todo el que tuvo la suerte de acompañarle, daría la bienvenida a la Primavera. Con mayúscula, como es siempre que llega a esta ciudad.

 

El último proyecto discográfico en el que te has embarcado después de Alegría (2012) es ese directo grabado el pasado noviembre en Madrid, “10 años de Albertucho en directo”, ¿qué nos puedes contar de él?

Es un proyecto en el que llevo muchos años trabajando y es como una transición, transformar mis canciones de toda la vida a la música que escucho ahora, al new folk, al country… todo este tipo de música sureña que escucho en mi día a día. Al final la forma de hacerlo ha sido un disco en directo, con unos músicos muy experimentados y gente con mucho talento que pilota desde estos estilos. El cambio de nombre también es importante, de Albertucho a Capitán Cobarde, precisamente por eso, porque representa una evolución y un cambio de sonido.

¿Cómo fue la experiencia de ese concierto?

Muy bien, muy bien. Ya sabes, los días de concierto siempre son un poco caóticos, pero a base de respirar hondo y de unas gotitas que me da mi madre para que me relaje lo pasé bien y no me puse demasiado nervioso (risas). Siempre es tenso el que te graben, pero el día fue muy bonito.

Hoy tocas en la Sala Malandar, ¿cómo te sientes volviendo a un escenario sevillano?

Pues dicen que nadie es profeta en su tierra, pero aquí en Sevilla yo siempre me he sentido muy acogido. Empecé hace más de diez años, precisamente en esta sala fue mi primer concierto (cuando esto se llamaba Weekend, creo que era), y desde entonces he ido tocando aquí. La verdad es que este público siempre me ha demostrado un montón de cariño y que entiende las cosas que les digo, así que gloria bendita.

¿Qué tienen de especial estos conciertos en solitario que el que venga no va a poder vivir en otros conciertos de Albertucho?

El nivel de concentración y de entrega. El estar tú solo ahí encima, con la gente tan cerca y teniendo que contarles tus historias de una manera tan directa, es algo que no puede vivirse en un concierto así más grande, con más banda. Básicamente porque hay que tirar mucho de corazón. Y de huevos, de las dos cosas.

 

 

 

Volvamos a Alegría, tu último disco de estudio. Se suele pensar que se escribe mejor cuando peor se está: en rupturas, momentos difíciles… entonces, ¿cómo se saca un disco de esa calidad con esa premisa de Alegría?

Sí, es como tú has dicho, esa alegría es la premisa. La alegría es la meta. Pero no es que yo viva feliz y contento, porque todos tenemos lo nuestro. La canción que da nombre al disco, por ejemplo, no habla de que yo sea el tio más feliz del mundo, habla de que la meta y el sentido de vivir de las personas al fin y al cabo es la búsqueda de la felicidad. Es verdad que cuando uno está triste suelen salir más canciones pero bueno… son momentos y cada momento tiene su canción.

En este último disco hay un cambio notable en el sonido, ¿tenías algún referente?

Sí, a la hora de escribir pensaba en toda la música que te he estado diciendo. Hay tanta música que me gusta, no sé. Desde Bob Dylan hasta esta nueva ola del folk, del country y eso. Me gustan mucho Mumford and Sons, The Lumineers… También The Devil Makes Three, que son buenísimos. En definitiva un montón de grupos que me dan mucha vidilla, desde country hasta swing. El bluegrass me encanta también, clásicos como los Stanley Brothers. Todo este mundo cada vez lo voy conociendo más y cada vez voy conociendo más cosas nuevas. Claro que siempre voy pasando por mi filtro todo lo que escucho, ya que yo tengo una manera personal de escribir.

Esta especie de “fusión” entre sures que muestra el disco, ¿se hace de manera natural o es más trabajado y pensado?

Es lo más natural del mundo, ya que es por lo que escuchas. Es simplemente eso, uno escucha lo que le gusta y después hace lo que le gusta…

Se va quedando en el subconsciente todo lo que escuchas y después…

Claro. Es decir, este trabajo es de absorber, pasar por el filtro y expulsar de alguna manera tus movidas. Y es natural por eso, porque sale a partir de lo que tú escuchas. Al final en vez de acabar haciendo otra música que escuchabas antes acabas con eso, con el bluegrass y el finger picking. Pero sobre todo expresando de manera natural, nada forzado. Lo forzado no suele funcionar.

 

 

En este sentido de los dos sures, ¿crees que se puede trazar una conexión entre los dos folclores, el de allí y el de aquí?

La conexión es que al final los dos son la música del pueblo y de la calle, la música que se masca de raíz. Es la música del pellizco, la que pasa de padres a hijos, eso es lo que tienen en común. Siempre son el idioma musical de los pueblos, todos los folclores. Al final tienen mucho que ver unos con otros por eso.

¿Y crees que para llegar a algo verdadero, musicalmente hablando, tiene que haber necesariamente raíces?

Para que sea verdad simplemente tiene que ser verdad. Hay varios factores. Tienes que tener pasión, pellizco y, aunque no mucho, algo de talento. Pero sobre todo tienes que tener verdad. La gente no es tonta y en cuanto cuentas algo de mentira se dan cuenta.

Respecto a esa especie de fusión de la que hablábamos antes, ¿crees que la clave del rock sevillano se encuentra en esa eterna búsqueda de la mezcla?

La fusión (entre comillas) sí, pero bien llevada. Es lo que hablábamos antes, a mí no me gusta la fusión musical artificial. No me gusta que un tema sea reggae, de momento punk, después flamenquito y después no sé qué. A mí me gustan las cosas que están expresadas de forma sólida. Silvio, por ejemplo, hacía rock and roll. Le gustaba la Semana Santa y Sevilla y sus cosas, pero él hacía rock. Y al final es una fusión sin pensarla, porque la fusión no se puede pensar. Tú no puedes hacer una fusión pensando que vas a hacerla, simplemente pasas lo que sea por tu filtro y ya está.

Como uno de los cabezas de la música sevillana actual, ¿en qué momento opinas que se encuentra la escena local?

Aquí en Sevilla lo que se hace es muy puro. Hay gente como los Milkyway Express, que son espectaculares, con su rollo de rock psicodélico y con una raíz muy fuerte desde sus gustos. Qué más te puedo decir… ahora es que me pillas con la mente en blanco, pero hay muchísimas cosas espectaculares aquí en Sevilla. Están también La mula o Los labios (del hijo de Silvio), por poner un ejemplo.

¿Crees que está en un buen momento entonces?

Sí sí, por supuesto. Hay tantas cosas buenas en Sevilla, que es espectacular. Aquí los chavales han crecido en el local de ensayo, porque yo los conozco, y son gente que da la vida por su música. Aquí somos muy sentíos. Hay un grupo que se llama Los Sentíos también (risas).

 

 

Volviendo a tus conciertos ahora, ¿cómo ha sido adaptar tus canciones antiguas al estilo que tienes ahora?

Yo las he ido tocando solo y se han ido transformando. Pero por ejemplo El pisito, de mi primer disco (con dieciséis años), al fin y al cabo es un tema folk y nunca ha dejado de serlo. Lo que pasa es que ahora, conociendo la música, pienso “aquí tiene que ir un banjo” o “aquí tiene que ir una mandolina” o “aquí va una tabla de lavar” y tal cual. Uno se mueve por el conocimiento que te va dando el camino. Así ha sido el arreglo de las canciones, algo muy natural. Ha sido el pensar en qué le pegaba a cada canción, si a mí me gusta la música americana evidentemente vamos a meterle ese tipo de instrumentación.

¿Cómo percibes tú esta evolución que has tenido desde tu primer disco, Que se callen los profetas, hasta ahora?

Pues nada, la de un tipo que le gusta la música y que se va buscando siempre. Yo espero no encontrarme nunca, porque si me encuentro qué aburrimiento. La evolución es esa, la de un chaval al que le gusta la música y que seguirá buscando siempre un sonido.

Por último, ¿marca este cambio de nombre una nueva etapa? ¿Cómo ves el futuro y qué podemos esperar del Capitán Cobarde?

Sí es una nueva etapa, claramente. Por el cambio de nombre, por el cambio de sonido… Yo estoy componiendo ya para el próximo disco de estudio y voy a seguir así. Por ahora lo que me gusta es el country, el folk, el bluegrass… y voy a seguir experimentando por ahí. Sobre todo en cuestión de composición voy a seguir con ese estilo. El día que me dé por hacer muñeiras me tirarán ladrillos a la cabeza, pero bueno (risas). Ahora mismo lo que hay es Capitán Cobarde, que es un proyecto de country y de folk rock, lo que a mí me gusta.

 

Fotografía: Patricia del Zapatero

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