En lo audiovisual, las propuestas de la última cita organizada por la sala sevillana recogieron los títulos ‘Ciclo de naranja’, de Fernando Villena; la videocreación ‘Inexistencia’, de Ana Uribe Zurita; ‘Los hocicos no son chatos’, de Pablo Ruiz Espinosa; ‘Minuto 102’, de Alex Waudby y Alae El Amraoui, y ‘Ciudadano Cero’, de Sergio Núñez.
Antes, una primera actuación de El Niño Herido, sorprendente proyecto en solitario de Iñigo Laspiur, cantante del grupo Kenedy. Canciones de etapas musicales anteriores, versiones y algún tema propio que trasladaron al público a la naturaleza de los artistas callejeros, a los sonidos neoyorkinos y el folk americano, al desgarro de voces como la del irlandés Glen Hansard y su magnífica interpretación en el filme ‘Once’, de John Carney.
Y también en acústico, los hermanos Jose y Ángel Ventura regalaron al público algunos de los temas de ‘Sin gravedad’, último EP de Señor Blanco. Guitarra en mano, no podía faltar la canción que da título al trabajo ni la energía de su carta de presentación, ‘Kamikazes’, el impulso de ‘Estáticos y frágiles’ o la melodía de ‘Heridas de guerra’; viajaron hasta ‘Edimburgo’ y recuperaron ‘Mi punto de control’, single de la primera maqueta de la banda cordobesa. Faltó la notable ‘El invierno y el espejo’, pero suplieron su hueco con una acertada versión de ‘Diecinueve’, de Maga. En definitiva, una muestra en corto del generoso talante de estos jóvenes que, sin pretensiones, van sumando adeptos a un sonido tan personal como elaborado y convincente.
Y es que, cuando se aprecian en la intimidad y de la mano de sus artífices, el cine y la música en sus múltiples formatos, estilos e interpretaciones, siempre suenan mejor. El resto sólo es cuestión de gustos.