Un jueves nunca puede ser asqueroso si el plan es acercarse al Teatro Central a ver a Luis Brea y el miedo presentando en Sevilla su albúm homónimo. Para tan esperado concierto, al menos por mi parte, Luis vino acompañado por su “miedo” particular que lo conforman Jorge Martí a la guitarra y con todo el arte del mundo, Nacho Mora en un bajo elegante y que marca el ritmo a la perfección, y, en esta ocasión, Alex Barberá de Siberian Wolves, a la batería. Es cierto que aún no congregan a muchos parroquianos, pero tiempo al tiempo.
Dieron comienzo al espectáculo evocando a los festivales estivales con El verano del incendio y ya no supimos decirle que no en la siguiente hora y media larga que duró el concierto. Nos llevó a ese terreno que “a veces es personal” para cantarnos Parchís, un tema inspirado, según leí en algún sitio hace poco, en una manifestación del 15M. Aún nos estábamos conociendo, así que todavía no había coros por parte del público, pero sí mucho movimiento de piernas y cabezas al ritmo de la música, y eso que estábamos sentados…
Anunciaron que iban a tocar Más de veinte (y menos de 100 como bien apuntó Jorge) y coleccionamos miradas junto a ellos pensando en la amiga de José Ramón con un ritmo súper setentero y unos coros de guitarra y bajo que le dan un punto muy cañero a este tema que gana muchísimo en directo, como casi todos sus temas a decir verdad. Dieron paso a la batería acompañada enseguida de unas guitarras con distorsión que anunciaban Singles y el coro inevitable de tú eres mi canción preferida en un tema que me sorprendió positivamente. A continuación nos fuimos de Discotecas e hicieron un sentido homenaje a Bowie, como no podía ser de otra forma, con su Resurrección.
Bajamos un poco el ritmo con Hada roja en la que debo decir que es cierto que no hay nada como la primera vez en la que se escucha un grupo y sientes que te encanta lo que tienes delante, y aunque yo sé guardar secretos, su directo no debería serlo… Luis cambió la eléctrica por la acústica para ponerse un poquitín más romántico a petición del público con After crisálida y como nosotros habíamos ido a jugar, sí que nos animamos a corear algún que otro estribillo más.
Debo confesar que con Mil razones me enamoré del grupo… sí, a veces soy así de ñoña, pero es que esa letra, ese sonido y esa manera de llevarla a un escenario hacen que os diga: “me encanta esta parte”. Sonaron los primeros riff de guitarra de Tres cruces que finalizaron dejando solo a Brea sobre el escenario para iniciar Baso es con v en la que poco a poco van subiendo el ritmo y los componentes del miedo se reunían de nuevo con él para hacer mención a esa “puta canción de Los Planetas” entre guitarras eléctricas y una batería poseída por el ritmo que dan un cierre súper redondo a este temazo que no se encuentra en su último disco.
Y ya que se nos estaban viendo el plumero y las ganas de bailar, el bajo lo vio claro y nos animó a que nos pusiéramos en pie para bailar Automáticamente. Como era de esperar, no hizo falta que nos jalearan mucho porque todos obedecimos y bailamos hasta el final del concierto, en el que fue Dicen por ahí, el broche final, no sin antes dar rienda suelta a todo su arte e incluso animar a algún espectador de primera fila a tomar la baqueta para ayudar a Jorge con su polifacética tarea de marcar el ritmo en los pads eléctricos y poder finalizar la velada entre sonoros aplausos y ganas de mucho más, porque señoras y señores, creo que he hecho mi descubrimiento musical del año con ellos. No digo más.