30 de Junio de 2012, Auditorio Rocío Jurado (Sevilla)
Aunque alguno seguro se sorprenda por mi comienzo de la crónica comenzaré diciendo que no hace mucho asistí a un concierto en el que las sensaciones transmitidas no diferían mucho de las que ayer volví a sentir con Manolo García como protagonista, me refiero al de Bruce Springsteen.
Y la comparación va en términos de honestidad; no voy a comparar badlands con Malva, que nadie se asuste. Ambos transmiten veracidad en su espectáculo, arman buenas bandas y por su trayectoria siempre se echa de menos esta o aquella canción.
Centrándonos en el concierto de ayer digamos que se inició con set acústico, íntimo, arrancando con Disneylandia de Los Burros y recordando también uno de los temas más brillantes de su etapa como El último de la Fila con Aviones Plateados.
De su más reciente disco al que repasó extensamente destacamos en directo Un alma de papel, un giro tetatral (pese a la resistencia del micrófono) y un año y otro año a menudo escenificadas por una bailarina tal y como ya sucedía en la gira anterior. Las luces y la decoración se combinaron brillantemente durante todo el concierto con detalles como jaulas y cortinas de papelillos con las que el viento jugaba a su antojo.
Pero entre todas siguen teniendo un cariz muy especial las del disco Arena en los bolsillos al que dedicó también un importante bloque dentro del concierto en el que no faltó Pájaros de Barro (ya en los bises) o Zapatero.
Manolo García dedicó algunas palabras de aliento a la marcha minera, así como al futuro de los jóvenes y se llegó a fundir un par de veces con el público, cantando en medio de nosotros Nunca el tiempo es perdido. Mostró su lado más flamenco volviendo a la formación de guitarras españolas y cajas con En el batir de los mares y deseando transmitir buena onda, como el mismo afirmó, con la acostumbrada ranchera cuando yo quiera has de volver.
Satisfechos, tras una treintena de canciones y 2 horas y media después, de haber estado ahí, como un Manolo más, y de ahora contarlo alargando en la medida de lo posible, aún más, estos momentos que ya son únicos.