Me encantan Los Suaves. Creo que ya lo he comentado antes en este medio. Me parecen una de las más grandes bandas en la Historia del Rock español… como si descubriera algo, ¿verdad?
Pero bueno, es que de todos los grandes nombres que han conseguido con su esfuerzo y talento marcar el camino de este estilo en nuestro país, sin duda Los Suaves han sido siempre de mis favoritos.
Recuerdo perfectamente cuando un colega me preguntó hace bastantes años si me gustaba la música rockera. Y luego añadió que si no había oído a Los Suaves es que aún no tenía ni puta idea de lo que era Rock de verdad. Era la época de “Malas Noticias” (casi nada). Desde luego, cuánta razón tenía.
Más tarde pude verlos en directo y ahí se consolidó mi opinión sobre lo grandes que son. Vale, ya sabemos que lo de Yosi en los conciertos puede ser desde genial a todo lo contrario, pero en lo musical siempre lo bordan. Así, viendo lo positivo, cada show ha ido incrementando mi afición por su música.
Así pues, con todo esto me presenté en la Sala Mirror de Valencia para ver a Los Suaves una vez más. Seguramente con la misma emoción que siempre.
Pasamos del frío del exterior a la calidez del interior de la sala. Una discoteca bastante amplia con dos barras donde refrescar el gaznate y una buena acústica. El escenario muy a la mano de los fans para hacer que el público se sienta próximo a la banda. Y todo ello enmarcado en un ambiente predispuesto para pasarlo genial con la música de uno de los grandes grupos de este país.
A las 10 de la noche se apagó la música ambiental y se conectaron los cañones de humo sobre el escenario. Se subían al escenario los cinco de Ourense; el último, Yosi. Ante el delirio de la concurrencia tomaron posiciones para arrancar con “Preparados para el Rock N Roll”.
Era de prever, siendo el tema inicial de los conciertos de las últimas giras, pero creo que por fuerza y por la letra es ideal para este menester.
Luego vinieron más temazos que preveían una intensísima noche de Rock, como “San Francisco Express”, “Chou-chou Llega el tren” o unas “Lisa (1970-1996)” , “Si pudiera” y “Palabras para Julia” que siempre resultan emocionantes cuando las descargan en directo.
La pregunta que siempre me suelen hacer después de un concierto de Los Suaves es cómo anduvo el vocalista; Yosi, vamos. Sabemos que es capaz de ser un frontman excepcional o que, por el contrario, vague perdido por el escenario. Dependerá en buena medida de las copas o las cervezas que se haya tomado antes de subirse a las tablas.
Pues diré que en esta ocasión seguramente ya se había tomado unas birras, pero que no obstante lo encontré genial, enorme, inconmensurable. Muy compenetrado con el público, cercano con sus fans y con tantas ganas de pasarlo bien como la propia concurrencia. De hecho se tiró hasta en tres ocasiones sobre la gente de las primeras filas que lo acogieron y recogieron de buen grado y que, de hecho, apenas le dejaron volver sobre el escenario cuando el pipa de rigor intentó rescatarlo con ímprobo esfuerzo. Sí señor, pese a la edad y todo, un stage-surfin’ en toda regla.
Y bebió. Y fumó. Cerveza y tabaco que tenía o que le alcanzaba alguna mano desde el público. A cambio, Yosi arrojó un par de camisetas que se fue poniendo a lo largo del concierto y que fueron objeto de furiosa disputa por aquellos quienes pudieron agarrar algún trozo. No cabe duda de que el grupo levanta auténticas pasiones y su cantante más.
Aunque también tuvo su momento de tranquilidad, guitarra acústica al ristre para marcarse “Pardao”, como no.
Hablando del grupo, pues decir que se pudo ver y oír lo que se esperaba. Esto es, toda una lección de cómo saber tratar el Rock como se merece. De cómo dibujar un mapa sonoro a lo largo de la noche, forjando sensaciones con cada tema y llevando al público de la mano para envolverlo en un fantástico manto musical acogedor y soberbio.
Bueno, esto puede haber sonado un poco pedante (cosa que no lo hace menos cierto). Así que, si lo preferís, puedo resumirlo de forma más prosaica diciendo que tocaron de puta madre, como era de prever.
De entre las canciones también se pudieron oír “Cuando los sueños se van”, “Adiós, adiós”, “Esa noche te perdí” y otras tantas que parecen impregnadas de un cierto aire pesimista, de historia de perdedores, pero que logran potenciar el espíritu rockero de las guitarras de Fernando y, sobre todo, Alberto.
Y es que Alberto es mucho en este grupo. Cierto que Yosi es la figura que se nos viene inmediatamente a la mente al oír el nombre de Los Suaves, pero no se puede ningunear realmente a ninguna de las otras partes de la banda. Mucho menos al señor Cereijo.
“Malas noticias” era capaz de poner la carne de gallina en una noche con un público tan entregado como el de esta vez. Auténticos fanáticos de la banda reunidos para no parar de moverse y entonar cada estribillo y cada estrofa. Las primeras filas eran una locura de principio a fin del show.
Precisamente este “Malas noticias” se empalmo con “¿Sabes? Phil Lynott murió” en uno de los momentos más intensos de la noche en mi opinión. Alberto, como digo, se salía por los cuatro costados. Por supuesto contaba con la ayuda inestimable de la segunda guitarra, de Fernando, pero realmente los solos y punteos en temas como estos o como “Maldita sea mi suerte” se hacen valer por sí solos.
No puedo olvidarme de Tino a la batería; menos cuando la base rítmica es tan importante y marcada en una banda como Los Suaves. Ciertamente lleva años de sobra en la banda como para dar buena cuenta de ritmos y compases en cada corte con sobrada solvencia. Desde luego no había nada que reprocharle porque se marcó un concierto a la altura de expectativas. Y más en algunos momentos (como “Dulce castigo”) donde destacó especialmente.
Tampoco puedo saltarme al Charly. Un tipo muy grande, con un gran sentido de la música. Se ve que, al contrario que su hermano, él parece preferir permanecer en un plano secundario sobre el escenario. No obstante, al bajo, resulta impecable. Además, como digo, la base rítmica es fundamental para crear el sonido propio de Los Suaves y juega un papel esencial para que, como en este concierto, todo salga a pedir de boca.
Así transcurría el tiempo y, cuando nos dimos cuenta, ya llevábamos un buen puñado de temas y hora y veinte de música en vivo. Bueno, quizás esto no sea mucho, pero es que pasó aún más rápido.
Con Yosi en plena euforia contagiada a ó por el público, paseándose de un lado al otro del escenario e intentando tomarle un poco el pelo a Fernando (quizás el más serio del line-up), llegó “Dolores se llamaba Lola”. Un remate sin igual para la retahíla de canciones oídas hasta ese momento. Un tema cantado al unísono por las cientos de gargantas congregadas, como si en ello les fuera casi la vida. Un gustazo oírlo, vamos.
El feed-back público-banda era constante. Lo era casi antes de entrar en la sala, cuando se podían ver decenas de camisetas con el logo del gato esperando a la puerta de la discoteca Mirror, desafiando al frío. Así pues, daba un poco de pena que el grupo se retirase hacia el backstage tras dar las gracias y las buenas noches al público. No había de qué preocuparse. A los pocos minutos ya estaban de vuelta para marcarse bises como un genial “El afilador”.
Bueno, y para que no se diga que todo fue bueno y maravilloso en el concierto, pues decir que Yosi se olvidó la letra de de una estrofa de “Mi casa es el Rock N Roll”. Por supuesto esto no importó en absoluto y no pasó de mera anécdota. En esta noche Yosi estaba sembrado y se le perdonaba todo… incluso el intentar (como tantas otras veces) quitarse el pantalón para lanzarlo también al público. Menos mal que el pipa estaba al tanto de todos los movimientos del buen señor.
En fin, que dos horas menos cuarto y aún tuvieron ánimo para un par de “rebises”. “Ya nos vamos” para dejar claro que todo se acaba, por muy a gusto que estuviésemos todos con un concierto tan espléndido. Pero para acabar de manera inmejorable, el primer tema de Los Suaves, con dedicación especial a toda la peña seguidora del grupo de Valencia. Ahí estaba “Esta vida me va a matar”.
Un colofón ciertamente entrañable que pienso que agradecieron la inmensa mayoría de los reunidos. No sé si, de hecho, llevaba alguna intención oculta el elegir este tema como remate. Lo digo por las noticias publicadas en los últimos meses y que vienen sugiriendo que esta gira “29 años, 9 meses y 1 día” será la última del grupo y que en el próximo 2.013 se disolverá la banda. Por lo que parece estas informaciones son bastante fiables, con toda la pena que ello conlleva. Si realmente Los Suaves dejan de actuar creo que no me excedo si digo que algo importante desaparecerá en el Rock español.
Pero bueno, sea como fuere, estamos casi en la obligación de disfrutar de esta banda mientras dure y hasta que el cuerpo aguante.
Por cierto, también decir que al final del show Tino y Charly salieron a darse un pequeño baño de multitudes y a saludar a los asistentes dentro de la sala hasta que la seguridad de la Mirror nos invitó a salir (que había que abrir la discoteca unos minutos más tarde).
Y así concluyó este concierto. Con los centenares de gatos impresos en camisetas negras dispersándose por las calles próximas a la Mirror, aún con el sonido de esas magníficas melodías recurrentes en la memoria más reciente: “Fuiste la niña de azul, en el colegio de monjas…”
Nos vemos en la próxima.
Salud!
Tweet