Si hace unos años aquí mismo reseñábamos su primer EP, Bienvenido, ahora nos encontramos a una banda que se reafirma en mensajes directos, críticos y con lenguaje musical rocker.

La condición humana puesta de manifiesta en la canción homónima del disco, Gasolina, Santos y Calaveras, que tiene su continuación ácida en A cabezazos que con la voz de Raul Tamarit adquiere ese grado de convicción necesario.

Tiempos de destrucción expine la historia de una relación a modo de lucha, de tiras y aflojas donde posiblemente nunca exista un vencedor y sea mejor pasar de largo. Si en los principios la banda me recordara más a grupos como Burning o Leño la evolución natural los acerca más a bandas como Los Enemigos, 091 o Lagartija Nick con canciones de fricción, de tensiones que se afrontan de cara.

Genial resolución de Buzo «aún te debo una canción, pero esta no» que se acompaña por una guitarra slide y el transcurso de una montaña rusa Sin dejar de sonreir que nos habla de una actitud diaria, de levantarse tras cada caída y sobrevivir a todo aquello que no nos gusta: además el riff de guitarra es buenísimo.

Encontramos la joyita El hospital cuyo autor Carlos Berlanga compuso para Alaska y los Pegamoides y que aparece aquí adaptado al estilo Radiadores con sumo gusto y profundidad.

hacia el final…coletazos punk con Un nuevo imperio y la completísima Círculos concéntricos que nos deja a la banda en otro espacio, en otro universo sonoro, más ambiental,  para volver a su estatus más reconocible en unas idas y venidas que hace que la conviertan en mi favorita del disco.