Noche de celebraciones la que se vivió el domingo en Madrid. Por un lado el sello Subterfuge terminaba los fastos de su decimooctavo cumpleaños con la actuación de dos de las propuestas más interesantes del sello, el crooner Lonely Joe y el maestro Alfonso Santisteban. Por otro lado el lugar elegido para el evento, la sala Clamores, uno de los templos del jazz en España, también está celebrando sus 25 años de existencia. Y como colofón, Satisteban desveló durante el concierto que se han cumplido 45 años desde que se subió a un escenario. Fechas redondas para una noche que fue cálida
La diversidad en las propuestas de los dos artistas se reflejó en el público que llenó, pero no abarrotó, el recinto. Los abrigos de bisón y los puros se mezclaban con flequillos, tatuajes, barbas y cierto pijerío.
El primero en disparar fue Lonely Joe, quien desde el principio dejó claro que lo que le gusta al subir a un escenario es asumir riesgos. Su comienzo no pudo ser más sorprendente: con un micrófono y la eléctrica al hombro empezó a cantar desde un punto desconocido de la sala. Tras varios frotes de ojos le descubirmos tocando al lado de la barra. Era solo el inicio de una actuación muy diferente. Cuando pensamos en un crooner lo primero que se nos viene a la cabeza son artistas de la talla de Sinatra o Dean Martin, o más cercanos en el tiempo como Leonard Cohen o Tom Waits. La cavernosa y profunda voz de Joe nos remite a estos últimos, y a tipos como Cris Isaak, de quien abordó (y bordó) una estupenda versión de “Wicked games” a lomos de una magnífica guitarra Gretsch. El repertorio que tocó fue corto, y sobre todo se centró en su próximo disco, en el que abandona el inglés utilizado en sus anteriores obras para centrarse en los textos en castellano. Destacó el tema “Salvador de enredos”, con estribillo muy quedón y con un sonido muy U2 por sus guitarras épicas. Y aquí hay que hablar de lo más interesante de su propuesta: lejos de quedarse en esa figura
del crooner o del songwriter, sólo con su voz y su guitarra, Lonely Joe utiliza un sistema de loopers para ir grabando diferentes sonidos durante el concierto y reproducirlos a su antojo. Los punteos, los coros, las bases…todo quedaba guardado para soltarlo con un golpe de pedal. Así que su concierto se enriqueció con todos esos ingredientes, acercándose al sonido de una banda. Como el propio artista señaló, hay que buscarse la vida en estos tiempos de crisis.
Tras la sorpresa inicial Alfonso Santisteban tomó el relevo en escena. Con un formato mucho más clásico (bajo batería, guitarra y él al piano) abordó una gran actuación de jazz bañada de ritmos brasileños. Santisteban es un tipo con un curriculum impresionante, compositor y director de orquesta, ha realizado bandas sonoras para más de cien películas, series de televisión, ha escrito para artistas como Lola Flores, o Marisol, ha tocado con Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim, ¡hasta ha sido amigo de Pelé!
Probablemente en un país con un respeto mucho mayor por la música popular Santisteban tendría más reconocimiento, pero por lo que pudimos ver no ha vivido mal estos años. Aparte de las citadas amistades que adornan su curriculum Santisteban lucía un look muy “Briatore”, con un moreno de piel envidiable. Al parecer tiene su base de operaciones en Marbella, por lo que debe de pasarlo bastante bien en esos lares. Todo ese alo de “bon vivant” quedó patente en su concierto, en la forma de hablar con el público, y de tocar y dirigir a la banda, en la que destacó Pedrinho Conceiçao, quien toca el bajo a pesar de tener amputado su brazo izquierdo, algo impresionante.
La banda mostró una gran solvencia, sobre todo en “Café de Ipanema”, dedicada a Jobim y de Moraes y la preciosa “Balada para un ángel”.
Una gran noche de música con dos interesantísimos artistas. Demos gracias a sellos independientes como Subterfuge que dan cabida a propuestas tan diversas. Que cumplan muchos más.
Fotos: Nuria Aguilar