Las noches de verano son mucho mejores si se pasan rodeadas de música y anoche tuvimos la suerte de disfrutar de una noche con buenos músicos. Empezamos la velada con las dulces letras de Chiqui Calderón, no vamos a negar que con banda aún emociona más, pero estar acompañado por su hermano Joaquín a la guitarra le vino muy bien y, además, como su voz canta todo tan bonito harían falta por lo menos Tres mil horas para cansarse de oírlo, y ni aún así creo que me cansara. Pero él en esta ocasión hacía las veces de telonero, y aunque su actuación me supo a poco, como casi siempre, tocó sus imprescindibles con esa gracia innata que tiene sobre el escenario y dejó paso al ex-Ronaldo.
He de confesar que descubrir buenos directos siempre es una alegría y más cuando tienes expectativas elevadas porque lo que escuchas en disco te gusta mucho. Pues bien, ayer inicié una bonita campaña a favor de los directos de Coque Malla. Suponía que el hecho de que hubiera llenado el CAAC, a pesar de que Iron Maiden estuviera a tan sólo unos cientos de metros más allá en el Estadio Olímpico, era una señal de que el chico debía valer lo suyo sobre el escenario, pero claro, una con el tiempo se vuelve algo escéptica ante estas cosas. Eso sí, el escepticismo se esfumó en cuanto oí un poquito de La señal, y de repente supe exactamente qué estaba haciendo allí y terminé de convencerme con Escúchame.
Así que como ya me había ganado, ni me paré a descansar con She’s my baby y lo di todo en Lo hago por ti. Consiguió hacer infinito el tiempo mientras escuchábamos El último hombre en la tierra y que sintiéramos ganas de quedarnos en Berlín para toda la vida, aunque debo decir que eché en falta a Leonor Watling acompañándolo, ¡hubiera sido una gran sorpresa! No me importó demasiado porque nos ayudó a tocar el cielo con La carta para, con mucha delicadeza, intentar atrapar el alma de la humanidad como un Cachorro de león.
Nos habló del futuro en Todo el mundo arde para insuflarnos ese ánimo a no rendirnos y animarnos a lanzar Una moneda para continuar con nuestras vidas adelante. Tuvo un bonito gesto recordando ese temazo de Bowie que es Heroes y bajó el tono de su voz para cantarnos Me dejó marchar. Supongo que, por gajes del oficio en algún momento deben empezar a despedirse para que todos roguemos un poquito más. Se ve que había llegado ese momento, aunque lógicamente aún era demasiado pronto y quedaban algunos temas más, como ese Lo intenta que nos unió a todos para corearle.
Recitó las primeras líneas de El cambio interior y todos le seguimos deseando la muerte de ese banquero que se lleva el dinero, todo metafóricamente, claro está. Y como Hace tiempo que soñábamos con esta noche, era inevitable que llegara el momento de No puedo vivir sin ti. Ahora sí, despedidas varias con Santo, santo, tirando púas de la guitarra al público y saliendo del escenario, pero como no podía ser de otra forma, hubo bises porque estábamos entregadísimos y él se los había preparado… Para la vuelta reservó un tema muy simbólico, o al menos eso me pareció a mí, ya que nos volvió locos con ese Guárdalo de Los Ronaldos y cerró la noche con Despierto, saliendo del escenario antes de que los músicos terminasen y dejándonos con ganas de más noches como esta.