Toc, toc ¿Se puede? Mire, es que resulta que tenía una reserva en la Pensión Triana regentada por don Javier Ruibal, una reserva que llega una treintena de años después del lanzamiento del disco que realzara y fuese el que puso al cantautor portuense en la órbita de grandes compositores de la canción de autor en lengua española.
Este pasado verano quiso Javier Ruibal darle una celebración especial a su Pensión Triana, fue en el Royal Hideaway Sessions de Chiclana con una banda tan tremendísima como la de entonces, si ya en su día para la grabación de este disco en directo le acompañaron músicos de alto nivel como Jorge Pardo, John Parsons o Chano Dominguez, para esta ocasión se ha rodeado de un elenco de igual magnitud y de unos músicos jóvenes y deslumbrantes como son Manu Sánchez (piano), Daniel Escortel (bajo), José Recacha (guitarras), Diego Villegas (vientos) y su inseparable, Javi Ruibal (Batería).
Todas las entradas de la sala Cite del Cartuja Center Cite se agotaron para disfrutar de un recital majestuoso. Se albergaba en la sala un público con ganas, expectante y muy respetuoso; dio comienzo el concierto con Javier en solitario en el centro del escenario recitando en décimas (estilo literario del cual es muy aficionado) en el cual hablaba del paso del tiempo y dando pinceladas con los nombres de las canciones o frases de las propias canciones de la Pensión Triana que nos vendrían a acompañar más adelante.
Tras dar paso a la Pensión Triana abrió sus puertas y el primero en aparecer para acompañar a Javier fue Manu Sánchez al piano, para interpretar La Flor de Estambul, mismo inicio que en el disco y es que salvo una excepción, el set list sería el mismo que hace tres décadas grabase en directo en los estudios Sonoland de Madrid rodeado con un pequeño público formado por amigos.
Guadalquivir, La dama de la Isla, tu sonrisa y la noche afuera fueron poco a poco recalando en los sentidos de los asistentes, con los cuales entre chistes y chascarrillos fue ganando poco a poco su confianza para convertirlos en parte misma del concierto.
Clásicos como La canción del Gitano y La gloria de Manhattan llevaron el concierto a un momento álgido y festivo entre palmas y cánticos, volvió a bajar pulsaciones con Agualuna y La novia de corto para hacernos otra vez emocionarnos con lo que es para mi el himno de este disco, La rosa azul de Alejandría, que encima vino aderezado de un magnífico solo de Diego Villegas que arrancó los aplausos de los asistentes varias veces, vendría un momento flamenco al igual que el disco cuando éste se arrancó por Bulerías, le siguió Amada, su mitiquísimo Tierra, haciendo de nuevo al público partícipe como coristas suyos.
Pensión Triana, canción que le da título al álbum tomaría el relevo y aquí vendría la excepción y la variación con respecto al orden del disco ya que saltó a Pasará y Tanguito.
¿Y cuál se dejó para finalizar el repertorio de Pensión Triana?
El disco acaba con Tanguito pero la canción que dejó como cierre fue ¡Ay Pelao! Para acabar de forma más festiva el bloque con el cual se rehízo de nuevo la Pensión Triana, además sirvió como modo de presentación de los músicos haciéndose unos solos deliciosos y es que como dice él, “tremenda la banda” y tremendos son.
Una vez cerradas las puertas de la pensión quiso Javier hacer otras cositas muy simpáticas como él diría y lo primero fue un alegato contra la pureza y a favor de que la gente se mezcle mucho, como es La Geisha Gitana al compás de tanguillo gaditano y tras eso empezaron a canturrear sones de cine clásico y es que claro, vendría el Cine Macario para despedirse, pero evidentemente fue un falso final ya que realmente cuando vino a decir adiós fue con Isla Mujeres, donde hizo la delicia de los asistentes y llevando el concierto al clímax total, con toda la sala cantando y coreando.
Como los buenos vinos, la música y el arte de Javier Ruibal no envejece nada mal, más bien todo lo contrario, canciones que siguen vigentes y un aroma con sabor especial que al paladearlo en vivo deja muy buen gusto, por otros treinta y por todos los años que están por venir, que no se cierre nunca ni tu pensión, ni tu poesía ni tu música.