Al escuchar este disco vino a mi memoria el estilo pictórico donde los cuadros están hechos a base de pinceladas de distintos colores, sin trazos ni formas definidos y sin embargo en conjunto poseen expresión.
Y es que este quinto disco de "La costa brava" comprende una serie de características que si bien repercute en una secuenciación cuasi inconexa a la vez lo convierten en un catálogo enriquecido de la capacidad creativa de los distintos autores del grupo.
Surrealismo, atmósferas de temor, de nostalgia y toques de humor (aquí me recordó a "Love of Lesbian") van vistiendo unas canciones que están bien arregladas y que parecen discurrir tal y como sugiere el título, a velocidad de crucero sin dilatarse más de lo preciso.
A medida que te vas sumergiendo en el disco las canciones te van pareciendo más y más geniales. Es cierto que no encuentras profundidad ni un desarrollo lírico sobresaliente pero en conjunto (voces, coros, melodía, letra) consiguen encantar y compartir un sentimiento, un anhelo, una experiencia.
"Sábado", "Háblame" y "Olímpicos" son mis pinceladas favoritas.