Esta fue la historia de Fulano Martín García, el último revolucionario, un fulano más del montón, otro ladrillo del muro Facebook de la vida. Un soñador perdedor criado en el arte de contemplar el día a día con ojos de felicidad, un antihéroe, un feligrés del bar nuestro de cada día, un malandro limón, otra oveja descarriada del camino, otro bendito maldito, un personaje más del mundo de la Canalla.
Con una civilización repleta de personajes que copan su cancionero urbano (las canijas y los canijos de Chipi), con un lenguaje propio universal, se presentaba en Arahal la Canalla, un puchero gaditano de jazz, bolero, copla, blues, tango, flamenco, swing… el nuevo folklore contemporáneo. Un grupo de músicos galácticos formado por el maestro del jazz Javier Galiana en piano, José Benítez a la batería, Julián Sánchez a la trompeta, balafón y demás bártulos, José López al contrabajo y Antonio Romera “Chipi” como el crooner de la banda.
Tras una dilatada y sublime introducción con el monólogo de Chipi, abrieron el concierto con De la loba, de su primer disco Flores y Malas Hierbas. A partir de entonces, la narración de la vida de Fulano en base a las canciones de la Canalla nos fue llevando por la “bilingüe” Tes Quiero May Lof y la gallega Morriña, de su segundo disco El bar nuestro de cada día, por Jauja, Tito Wanted, Malandro Limón, Un disparo a las sienes del futuro… y varias nuevas canciones, aún inéditas. Con la potencia de Julián Sánchez en cada solo de trompeta y la imaginación de Galiana en piano, las canciones se visten con la mejor de sus galas. Con la magia bajo las yemas de los dedos de José López, que con su contrabajo no sólo marca el ritmo “sino que lo descompone, hiere las canciones por lo bajo, para que duelan más”, y la batería en manos del rey del ritmo José Benítez, el compás de uno de los mejores conjuntos de jazz del panorama español queda asegurado. Un show lleno de contrastes y riqueza musical, de carisma, de sonido realmente bueno, de distintas atmósferas, de ironía y sátira, con altas dosis de humor y realidad de la mano del erudito y filósofo librepensador callejero Chipi.
Cierre de película para tal espectáculo de cine. Los músicos; contrabajo, trompeta y pandereta en mano, se bajan del escenario y, entre el público, interpretan La Niña de Fuego. Todos cantan los coros junto a la Canalla, que ha hecho del teatro una cantina improvisada de compadreo. Y esta fue la historia de Fulano Martín García, un único e irrepetible fulano más del montón, como cada uno de ustedes.
Si el futuro deparase que el espectáculo de la Canalla llegase a su ciudad, cargado de sus dimes y diretes cotidianos y de sus historias callejeras, no desaprovechen la oportunidad, no lo duden: no se lo pierdan.
Prueben el veneno de la Canalla… engancha.
Fotografías de Antonio Andrés Arispón Paco