Cuando ví que estaban en el ciclo “Noches en el palacio de la Buhaira” no me lo pensé, era el escenario perfecto, y bajo las notas de una tenue versión de Pedro Navaja, me dispuse a dejarme llevar por Chipi con su jarrillo de lata, quien abría la caja de los sueños y anunciaba que abría la ventana, ya que “hacía más calor dentro que fuera”. Abierta la ventana y destapada la caja de los sueños, se filtraba “Perico Papelas” abriendo el espectáculo e iniciando lo que sería una noche mágica.
La sordina en la trompeta, la voz de Vicky Luna y “Dame tinto y dime tonto”, y la luna se enrolló en el dobladillo de una loncha de jamón. Emoción a flor de piel y sobre todo, intimidad y conexión con el público, con las ocurrencias y las genialidades de Chipi, quien bebía de su jarrillo y fumaba al mismo tiempo bajo la mirada de su grupo; Javier Galiana, piano; José López, contrabajo; Julián Sánchez, trompeta; José Benítez, batería y Vicky Luna a los coros.
Un tema con raíces africanas “Princesa de Bamako” con la complicidad de alguien del público dio paso a un blues mezcla gitana y americano, lleno de tristeza y de emoción, entre Robert Johnson y cantiñas de Rimini, que se escuchaba por primera vez en directo “Canasto y algodón” íntegramente en la voz de Vicky. “El duende y el feeling vienen con llanto”.
Chipi sabía romper el hielo de la emoción, “El amor es como las papas con chocos, dan coraje cuando se acaban” y con un bandoneón llegó el turno del “Tango del tirao” con el concepto de la “zeparación” como parte del amor, o como dirían por Madrid, “separtación”.
Galicia y su “Morriña”, y la sensación de que asistes a un concierto donde se te encoje el alma, te ries y aguantas las lágrimas y además, te emocionas. Ocurrió con “Enganchaita de mi vida”. Tras él, Chipi daba paso a Juan Murube, quien cantó “La legionaria” dejándome sin aliento, y unas bulerías que encerraba frases como “me dormí pa no pensar y soñé precisamente con lo que quería olvidar”
“Mia ragazza” y la trompeta de Julián; el piano de Javier Galiana, como uno de los pesos específicos de la Canalla con regalo de un paseo divertidísimo por el público. El “Infinito universo de las cosas” en directo es magistral, simplemente.
“Malandro limón” pone el punto y final, mientras el respetable, como a mi me ocurría, no daba crédito a tanta emoción y tanta gracia. Insisto, no se pierdan un espectáculo de La Canalla, pura sensibilidad, mucho arte y mucha gracia, como esa manera de ligar en inglés, que “pese a ser siempre una tragedia es eficaz si se dan dos requisitos, que sea sorda o sea inglesa” y que según su autor, nunca falla. “Tes quiero may lof”
El público aplaude, entregado, y yo, me marcho con una mezcla entre emoción y ganas de guasa, sin poder poner en pie todo lo que siento. Una cosa tengo clara, Chipi es un tío fuera de serie, y pocas noches más maravillosas de verano he pasado entre buena música y mejores sensaciones. Chipi.. no cambies, tes quiero may lof!